viernes, 7 de mayo de 2021

Lectura espiritual


Tímpano de la Iglesia de Saint Trophime, Arles s.XII

Los Evangelios son cuatro y nada más que cuatro: como las regiones del mundo, como los vientos más importantes.

Estos cuatro Evangelios, en realidad, son un único Evangelio: un Evangelio cuadriforme, inspirado por el único Espíritu; un Evangelio que tiene cuatro aspectos, los cuales representan la actividad del Hijo de Dios. 

Son como los cuatro querubines descriptos por Ezequiel. Dice el profeta: "El primero tenía el semblante de un león", en el sentido que simbolizaba la acción dominadora y real de Cristo; "el segundo tenía el aspecto de un ternero", lo que manifiesta su función sacerdotal y sacrificial; "el tercero tenía el aspecto de hombre", como indudable referencia a la venida del Señor en la naturaleza humana; "el cuarto tenía el aspecto de un águila que vuela", con clara alusión a la gracia del Espíritu que sopla sobre la Iglesia.

A estos símbolos corresponden los cuatro Evangelios. Cristo está en el centro. 

San Ireneo de Lyon, Contra las herejías, III, 11, 8. 

jueves, 6 de mayo de 2021

Lectura espiritual


El Hijo de Dios en persona, aquel que existe desde toda la eternidad, aquel que es invisible, incomprensible, incorpóreo, principio de principio, luz de luz, fuente de vida e inmortalidad, expresión del supremo arquetipo, sello inmutable, imagen fidelísima, palabra y pensamiento del Padre, él mismo viene en ayuda de la criatura, que es su imagen: por amor del hombre se hace hombre, por amor a mi alma se une a un alma intelectual, para purificar a aquellos a quienes se ha hecho semejante, asumiendo todo lo humano, excepto el pecado. 

Enriquece a los demás, haciéndose pobre él mismo, ya que acepta la pobreza de mi condición humana para que yo pueda conseguir las riquezas de su divinidad.

El buen Pastor que dio su vida por las ovejas salió en busca de la oveja descarriada, por los montes y collados donde sacrificábamos a los ídolos; halló a la oveja descarriada y, una vez hallada, la tomó sobre sus hombros, los mismos que cargaron con la cruz, y la condujo así a la vida celestial.

Fue necesario que Dios se hiciera hombre y muriera, para que nosotros tuviéramos vida. Hemos muerto con él, para ser purificados; hemos resucitado con él, porque con él hemos muerto; hemos sido glorificados con él, porque con él hemos resucitado.

San Gregorio Nacianceno. Sermón 5.