jueves, 19 de enero de 2023

El Hombre, prueba de lo desconocido


Giusto de' Menabuoi, s.XIV, Batisterio de Padova. 

Pensando en como está hecho el hombre, sentimos la admiración por la sabiduría del Creador que se manifiesta en nosotros.

Es suficiente observar las diversas funciones de los sentidos, los cuales parten de un único centro, el cerebro y llevan a él cualquier percepción: la vista, el olor, el gusto, el tacto. Y observen los otros órganos, sean internos o externos. Y la memoria, que recoge elementos numerosos y distintos sin confundirlos ni alterarlos. Y muchas imágenes que no se superponen una con la otra, sino que se representan siempre en el momento oportuno. 

No podemos sino que detenernos con el salmista y decir: "Demasiado sublime, oh Señor, es para mi tu sabiduría, es tan alta que no logro alcanzarla" (Sal 139, 6). 

De hecho ¿quién logrará explicar totalmente la armonía que se revela en nuestro cuerpo y la profundidad que tiene el alma? Sobre este argumento han escrito innumerables pensadores. Y sin embargo, aquello que acabamos de decir es apenas una pequeña parte en relación con lo que falta decir. Porque la razón humana no puede alcanzar la sabiduría divina. 

Por eso el Salmista exalta a Dios por aquello que comprende, pero confiesa abiertamente sentirse vencido: no puede abrazar todas las maravillas que se observan en el hombre.

Esa confesión es ya un digno canto de alabanza. 

Teodoreto de Ciro, 

Terapia de las enfermedades de los paganos5, 81. SC 57, 252.


viernes, 6 de enero de 2023

El pequeño gran Rey



Cuando un artesano construye un instrumento, le da la forma que corresponde a su función. Así, el mejor de los artesanos, Dios, ha hecho al hombre de modo tal que pudiera desarrollar su función como rey de la Tierra.

La superioridad que deriva de poseer un alma, lo mismo que el aspecto físico, la autonomía, el gobierno de la propia voluntad ¿no son prerrogativas del poder real? Agreguemos el hecho que el hombre fue creado a imagen de Aquel que gobierna el Universo. Todo demuestra que desde el principio, su naturaleza fue marcada por la regalidad.

Según las costumbres, los pintores que retratan a los reyes no buscan de representarlos detalladamente su figura, sino de indicar su dignidad, pintando un vestido de color púrpura, de modo tal que la gente, mirando aquella imagen, pueda decir: "He aquí el Rey". 

También el hombre es rey. Creado para dominar al mundo ha recibido la semejanza con el Rey Universal, es la imagen viva que participa con su dignidad a la perfección del divino Modelo. 

Pero esta dignidad no tiene como signos los vestidos de púrpura, el cetro o una diadema, dado que tampoco Dios tiene estos signos. Más que de púrpura, el hombre se ha revestido de virtudes, el hábito más real de todos; en lugar de un cetro, él posee la alegre inmortalidad; en lugar de una diadema, brilla en él la justicia. 

Así todo, en el hombre, se manifiesta la dignidad real, la perfecta semejanza con la belleza de Dios.

San Gregorio de Nisa, La creación del hombre 4.


La Adoración de los Magos, s. XIV, Gentile da Fabriano, Galleria degli Uffizi, Florencia.