lunes, 21 de octubre de 2013

Justicia o Venganza

La Argentina (pero no solo la Argentina) parece ser un país en el cual todos alguna vez han sufrido una injusticia. 
Vale, entonces, recordar esta reflexión de San Alfonso María de Ligorio:

"¿Tiene obligación el ofendido de otorgar su perdón al ofensor?
A juicio de los salmanticenses, está obligado a perdonar, pero no al público castigo que reclama el bien común.
Especulativamente hablando la sentencia es verdadera. Más en la práctica, nunca yo me atreví a absolver a ninguno de aquellos  que aseguraban perdonar a su enemigo, pero exigiendo a la vez sobre él el cumplimiento de la justicia, fundándose en que el malhechor debe ser castigado.
Y es que nunca pude persuadirme de que el celo que estos tales, con frecuencia ellos mismos cargados de culpas, manifiestan tener por el bien común y la justicia sea un celo exento del deseo de venganza. Piden justicia, no en general, para todos los delincuentes, sino exclusivamente para sus enemigos personales. Y es muy fácil -como muchos autores afirman- que aquel amor del bien común sea sólo un bonito pretexto encubridor de un deseo personal de venganza." (San Alfonso María de Ligorio, La práctica del confesor, 109.)



jueves, 10 de octubre de 2013

Constantino y la doctrina cristiana

Al promediar el siglo IV, cuando apenas comenzaba a arder la crisis Arriana, Constantino, quien a la postre era el emperador de todo el Imperio, mando una carta a los jefes de partido, criticándolos por haber dividido al pueblo por la interpretación de un pasaje del Antiguo Testamento, sin necesidad y por el solo deseo de discutir.

"La carta termina con una calurosa exhortación a la concordia y a la fraternidad, para restituir la tranquilidad al pueblo y al mismo emperador.
La singular apreciación que hace Constantino sobre la grave controversia entre Alejandro de Alejandría y Arrio, no ha dejado de asombrar a los estudiosos modernos, e incluso ha hecho pensar que la carta fuera una falsificación arriana. En realidad, la reacción de Constantino es típica de quien, aún teniendo simpatía y propensión por el cristianismo, todavía no ha logrado familiarizarse con su compleja doctrina y mucho menos con su peculiar forma mentis. El ser radicada en un cuerpo de doctrina, cuya integridad era sentida como esencial para la existencia misma de la Iglesia, constituía la característica que distinguía radicalmente la religión cristiana respecto a las religiones paganas, fundadas sobre las observancias del culto o, en general, sobre pocas creencias fundamentales". (La Crisis arriana del siglo IV, Manlio Simonetti). 

Y si. Desde hace años venimos escuchando que el cristianismo no es un doctrina, no es una moral. Que es el encuentro con una persona (o algo así) y patatin y patatan. Y claro, si al final no es una doctrina, no nos tendría que sorprender que, aquellos que no fueron elegido por su buena doctrina, elijan a un  Constantino, que "se ne frega" de la doctrina y diga que cualquier discusión al final es sutil. Y que lo importante es el diálogo y respetar lo que cada uno piense. Y no hacer olas...
para no ahogarnos. 

viernes, 4 de octubre de 2013

Laudes Creaturarum

Cantico delle creature
Altissimu, onipotente bon Signore,
Tue so' le laude, la gloria e l'honore et onne benedictione.
Ad Te solo, Altissimo, se konfano,
et nullu homo ène dignu te mentovare.
Laudato sie, mi' Signore cum tucte le Tue creature,
spetialmente messor lo frate Sole,
lo qual è iorno, et allumeni noi per lui.
Et ellu è bellu e radiante cum grande splendore:
de Te, Altissimo, porta significatione.
Laudato si', mi Signore, per sora Luna e le stelle:
in celu l'ài formate clarite et pretiose et belle.
Laudato si', mi' Signore, per frate Vento
et per aere et nubilo et sereno et onne tempo,
per lo quale, a le Tue creature dài sustentamento.
Laudato si', mi' Signore, per sor Aqua,
la quale è multo utile et humile et pretiosa et casta.
Laudato si', mi Signore, per frate Focu,
per lo quale ennallumini la nocte:
ed ello è bello et iocundo et robustoso et forte.
Laudato si', mi' Signore, per sora nostra matre Terra,
la quale ne sustenta et governa,
et produce diversi fructi con coloriti flori et herba.
Laudato si', mi Signore, per quelli che perdonano per lo Tuo amore
et sostengono infirmitate et tribulatione.
Beati quelli ke 'l sosterranno in pace,
ka da Te, Altissimo, sirano incoronati.
Laudato si' mi Signore, per sora nostra Morte corporale,
da la quale nullu homo vivente po' skappare:
guai a quelli ke morrano ne le peccata mortali;
beati quelli ke trovarà ne le Tue sanctissime voluntati,
ka la morte secunda no 'l farrà male.
Laudate et benedicete mi Signore et rengratiate
e serviateli cum grande humilitate...

El cántico de las creaturas es el texto poético más antiguo de la literatura italiana.  Fue escrita por San Francisco de Asís dos años antes de su muerte, pero probablemente, fue una composición hecha en varias etapas. Fue escrita en la lengua vulgar de umbría, con influjos toscanos, franceses y latinismos. Al parecer, Francisco había 
también compuesto la música que lo acompañaba pero esta se ha perdido.
Para el crítico Vittore Branca, el cántico esta inspirado en dos textos bíblicos. El Salmo 148 y el cántico de los tres jóvenes en el horno del libro de Daniel. 
Francisco alaba la Gloria Divina en un éxtasis que es un camino desde lo Creado hasta el Creador. Las palabras que abren el cántico son una reverencia a la magnificencia de Dios y a la indignidad del hombre ("et nullu homo ene dignu te mentovare") porque sobre Dios ningún discurso es posible sino aquel que el mismo Dios hace.
La lista de las creaturas ofrecidas por el Cántico no es una "simple presencia" de elementos existenciales sino que representa, sobre un modelo bíblico, toda la realidad cósmica concebida, estructurada en un orden poético dotado de gran concisión oratoria. 
Francisco alaba a los 4 elementos fundamentales: el viento, el agua, el fuego y la tierra. Estos elementos deben ser interpretados dentro de una clave de lectura simbólica. Por ejemplo: el viento como la brisa en la cual Elias encuentra a Yahvé (1 Re 19,11-12), el fuego de Pentecostés, el agua del Bautismo, la tierra que recuerda la parábola del sembrador y donde reposó el cuerpo de Cristo. Se puede ver entonces un marcado paralelismo simbólico entre  los eventos de la salvación y los sacramentos.
Francisco subraya el carácter divino de la creación incluso en sus aspectos materiales contra las herejías cátaras de su tiempo. 
Por último el Santo se centra en el hombre, culmen de la creación, que es imagen de su creador por la capacidad de perdonar, que debe atravesar tribulaciones para alcanzar la paz y para no temer a la muerte corporal, a la que llamaba hermana, paso obligado para encontrarse con su Señor. 




jueves, 3 de octubre de 2013

Fantasias misioneras

Una parábola recurrente.
 
"La vida comunitaria en las reducciones ha dado lugar a múltiples interpretaciones y también a numerosas fantasías. Se ha hablado de teocracia y de una servidumbre que era más severa que el servicio personal de la encomienda. Se ha dicho que el complejo de misiones guaraníes -que estaba muy bien comunicado entre sí y aisladas de la sociedad de origen europeo- constituyo una profética experiencia comunista. Hubo incluso autores que sacaron de ella la moraleja de que cuando la Iglesia puede imponer las reglas de juego reina la justicia social y la igualdad entre las personas. Y en los últimos años esta interpretación, nacida de los sectores más intransigentes de la la Iglesia Católica, ha encontrado nuevos sostenedores en cristianos identificados genéricamente como "progresistas", que ven en las misiones el modelo de una sociedad igualitaria en la que la religión juega un papel central." (Roberto di Stefano, Historia de la Iglesia Argentina)