miércoles, 24 de octubre de 2012

Respuesta al Eremita



Estimado Eremita: Un gusto tenerlo nuevamente por este claustro. Nos gustaría ver su blog más activo, pero debe estar muy ocupado.
Mi post de ayer no iba dirigido contra la Teología de la Liberación. Al menos no directamente. En verdad discutíamos con un amigo sobre la situación histórico - social de la época de Jesús comparándola con lo que se ve en "El Evangelio según San Mateo" de Pasolini.
Sigo creyendo que no hay motivos ni escriturísticos, ni magisteriales, ni patrísticos para pensar que hay una prioridad en el anuncio del Evangelio a los pobres. Creo que todos los textos del Nueva Testamento (e incluso diría que en el Antiguo) la referencia a la pobreza no tiene nada que ver con la marginalidad en la que hoy se ve como la principal destinataria del mensaje cristiano. Eso no implica que no se les deba anunciar a ellos. Estamos hablando de prioridad. La referencia a los más pobres en la escrítura tienen que ver con la caridad que se nos exige, no solo de lo espiritual sino también de lo material. Es decir en lo material sin duda tiene una prioridad. Pero en lo espiritual la "pobreza" es común a todos los hombres y no podemos saber externamente quienes necesitan el anuncio. Creo que en los Padres (por ejemplo en las famosas homilías de San Juan Crisóstomo) se puede ver lo mismo. Hay pobres a los cuales estamos obligados a socorrer con lo material por caridad cristiana. Pero a todos estamos obligados de socorrer (y a la vez ser socorridos)  por la "pobreza" espiritual.
No me parece un tema menor. En el actual Sínodo sobre la Nueva Evangelización, S.E.R. Jorge Lozano, habló nuevamente sobre la opción preferencial por los pobres. En sentido estricto, nada hay de su mensaje que pueda ser acusado de los excesos de la Teología de la Liberación. Pero en lo real esta sostenido por los mismos principios que terminaron en el desmadre de aquella. ¿Que razón teológica hay para priorizar el anuncio del Evangelio en le Tercer Mundo antes que anunciarlo a los agnósticos del Primero?
En algún sentido pareciera que la Doctrina Social, que en un principio era solo una parte de la Teología Moral, amenaza con convertirse en una metateología que empuja todos los debates.
Y me animaría a decir que no solo por "izquierda", con sus curas obreros y su Lozanos, sino también por "derecha". Los últimos post de Iraburu tratando de buscarle la quinta pata al gato para decir que el magisterio sostiene la conveniencia del estado Español o Italiano, e incluso toda la discusión lefebvrista sobre la DH, son en último término la sobredimensión de elementos secundarios y en la mayoría de los casos opinables. 
Un cordial saludo en Cristo. 

martes, 23 de octubre de 2012

Los pobres del Nuevo Testamento

Lázaro esperando en la puerta del rico. San Clemente de Tahull.
Un amigo me desafía con el tema de la pobreza en lo Evangelios. Pues aquí va un texto del biblista Raymond  E. Brown, al que nadie puede acusar de neocon o neotradi (sic!).

"Hay muchas referencias en el Nuevo Testamento a los "pobres", y los lectores pueden considerar que su pobreza es similar a la del Tercer Mundo de hoy, en el que la gente no tiene sitio para vivir o araña restos de comida para alimentarse, en constante peligro de perecer. En los Evangelios, por el contrario, que reflejan en parte la situación vital de Jesús en Galilea, los pobres eran pequeños granjeros con un pedazo de tierra poco adecuada o estéril, o siervos en grandes propiedades; en las ciudades, sin la ayuda de los productos de la tierra, los pobres estaban en peor situación. Sin embargo, la situación de ambos grupos de pobres en el Nuevo Testamento era económicamente mejor que la de los desesperados del mundo moderno. Jesús mismo, de quien se cuenta que sentía afecto especial hacia los pobres, era un tékton, es decir un carpintero, que hacía puertas, arados, yugos para los granjeros, o muebles para las casas de piedra o adobe. Como artesano de pueblo puede comparársele a cualquier trabajador de clase media baja de nuestras ciudades de hoy. 
En lo que respecta a los esclavos, las traducciones del Nuevo Testamento vierten el griego doúlos como "siervo" y "esclavo", pero el estatus de las personas así descritas no debe imaginarse como la de los esclavos africanos en una plantación norteamericana o la de los siervos de una casa elegante europea en el siglo XIX. En la época del Nuevo Testamento la esclavitud existía ya desde hacía siglos, pero comenzaba a declinar. (...) El estatus de los esclavos era variado. A veces, es especial en Italia antes de la inauguración del Imperio, los esclavos se mostraban inquietos social y políticamente, con resultados como la revuelta de Espartaco. Los esclavos, sin embargo, tenían sus derechos legales, y durante el Imperio los abusos respecto a ellos o los asesinatos de los esclavos era un crimen punible. Además de trabajar en los negocios, campos y tareas domésticas, los esclavos podían ser administradores, médicos, maestros, eruditos o poetas, y podían acumular cierta riqueza. Los paganos nobles, además habian denunciado la esclavitud y algunas religiones orientales aceptaban sin prejuicios esclavos en su seno." (Brown, Raymond E., Introduccíón al Nuevo Testamento, p.121.)

Espero que nadie me acuse de despreciar a los pobres. Brown solo trata de mostrar como lo social no tiene ninguna prioridad en el mensaje evangélico. Alguno podrá tomar alguna parte del Nuevo Testamento para contradecir estas afirmaciones (por ejemplo, la parábola del rico y el pobre Lázaro). Sin embargo, creo que la posición sigue en pie. Relacionar el mensaje de Cristo con la marginalidad es otra de las consecuencias de la sociologización de la teología. Gracias a Dios, el método histórico-crítico, tantas veces denostado viene en nuestra ayuda. Cristo anunció su mensaje a todo el pueblo de Israel. El hecho de que estuviera 3 años vagando por los caminos de Galilea, que la familia de los apóstoles pudieran seguir viviendo aun después de haber dejado sus trabajos o que José de Arimatea le diera una tumba, son indicios de que no eran solo pobres lo que lo rodeaban. Las tensiones de las que habla San Pablo en la primera carta a los Corintios demuestra la pluralidad de clases de la Iglesia primitiva. En Cristo la única "opción preferencial" es por los que escuchan su palabra y la practican (Lc 17,28).

lunes, 1 de octubre de 2012

El motivo del celibato



Cada tanto, en general después de algún escándalo, los periodistas se vuelven a interesar en la Iglesia Católica y proponen las preguntas que los desvelan. Una de las primeras, es el tema del celibato. Los obispos o sacerdotes tienen entonces que elaborar posibles respuestas. Quizás en este ejercicio terminan por adaptarse demasiado a su interlocutor y es entonces en el que dicen cosas como por el ejemplo: 


La Iglesia ha hecho una opción milenaria por el celibato para aquellos que son llamados a ejercer el ministerio sacerdotal, con un fundamento en la persona de Jesucristo. Es una entrega totalizante a la misión que la Iglesia les confía a sus sacerdotes. (Monseñor Arancedo, 5-08-2012, La Nación)


Puede parecer una respuesta correcta. Sin embargo, también hay algo que parece ir mal. Está la tradición. Pero a que se refiere cuando dice que es "una entrega totalizante a la misión que la Iglesia les confia". No falta quien ve en esto el hecho de que un sacerdote al no estar casado puede tener una entrega total a la comunidad por la que debe velar. ¿Es en verdad esta la última razón?
Dice Servais Pinckaers O.P.

Se podría creer, a primera vista, que los motivos simplemente naturales son suficientes para fundar y explicar el ideal de la virginidad y, sucesivamente, el estado religioso. De hecho este último encuentra en la doctrina neotestamentaria sobre la virginidad sus fuentes explícitas, mientras que aquellas del voto de pobreza y obediencia son controvertidas. 
Bajo el influjo de las corrientes humanistas actuales, centradas en las relaciones humanas y claramente "horizontalistas", se podría estar tentado de explicar la renuncia religiosa al matrimonio con motivaciones meramente naturales, en vista de una dedicación más plena a las tareas de orden caritativo, social, cultural o político. Así dejarían de parte las motivaciones sobrenaturales, que fueron siempre determinantes en la doctrina tradicional, pero que no son muy aceptadas por una teología sometida al influjo de la ciencia y de la filosofía moderna. Habría una reinterpretación "humanista" y aparentemente racional de un fenómeno religioso difícil de entender. (...)Del sobrenaturalismo excesivo de un tiempo, tendemos ahora a un naturalismo que quiere llevar todo sobre el plano del hombre y de las relaciones humanas. Sin duda, se puede demostrar en teoría, que la renuncia al matrimonio es una cosa buena y bella. Pero es dudoso que la abstención de las relaciones sexuales sea realizable por motivaciones únicamente humanas. Según Santo Tomás existe una complementariedad entre el matrimonio y la virginidad contemplativa, como entre dos funciones que sirven a la belleza y a la salvación de la humanidad. Esta visión se realiza en el corazón de la Iglesia. Esa complementariedad podrá realizarse y dar lugar a una colaboración activa solo por la intervención de la caridad de Cristo, como fuerza de amor superior, capaz de dar una dimensión nueva al afecto conyugal y de inspirar la vocación a la virginidad. Por medio de esta virtud, se despliega en la contemplación divina y en el servicio fraterno, se establece una unidad dinámica entre diferentes modos de vida, en cuanto que cada vocación puede concurrir al progreso de la otra. 
El texto hace referencia a la vida religiosa, pero análogamente creo que se podría referir al sacerdocio diocesano.
Perder las razones sobrenaturales es un peligro grave. A veces es suficiente para hacerle frente la historia y la tradición. Pero muchas otras veces no. El tema del celibato me parece uno de esos casos, porque tanto la tradición como la historia no son unánimes. Tenemos entonces que volver a pensar estas otras razones. El sacerdote es célibe como signo de que el cristiano no pone en la tierra su última esperanza y para preparase más intensamente a la contemplación, y no por fines prácticos o costumbristas.