lunes, 1 de octubre de 2012
El motivo del celibato
Cada tanto, en general después de algún escándalo, los periodistas se vuelven a interesar en la Iglesia Católica y proponen las preguntas que los desvelan. Una de las primeras, es el tema del celibato. Los obispos o sacerdotes tienen entonces que elaborar posibles respuestas. Quizás en este ejercicio terminan por adaptarse demasiado a su interlocutor y es entonces en el que dicen cosas como por el ejemplo:
La Iglesia ha hecho una opción milenaria por el celibato para aquellos que son llamados a ejercer el ministerio sacerdotal, con un fundamento en la persona de Jesucristo. Es una entrega totalizante a la misión que la Iglesia les confía a sus sacerdotes. (Monseñor Arancedo, 5-08-2012, La Nación)
Puede parecer una respuesta correcta. Sin embargo, también hay algo que parece ir mal. Está la tradición. Pero a que se refiere cuando dice que es "una entrega totalizante a la misión que la Iglesia les confia". No falta quien ve en esto el hecho de que un sacerdote al no estar casado puede tener una entrega total a la comunidad por la que debe velar. ¿Es en verdad esta la última razón?
Dice Servais Pinckaers O.P.
Se podría creer, a primera vista, que los motivos simplemente naturales son suficientes para fundar y explicar el ideal de la virginidad y, sucesivamente, el estado religioso. De hecho este último encuentra en la doctrina neotestamentaria sobre la virginidad sus fuentes explícitas, mientras que aquellas del voto de pobreza y obediencia son controvertidas.Bajo el influjo de las corrientes humanistas actuales, centradas en las relaciones humanas y claramente "horizontalistas", se podría estar tentado de explicar la renuncia religiosa al matrimonio con motivaciones meramente naturales, en vista de una dedicación más plena a las tareas de orden caritativo, social, cultural o político. Así dejarían de parte las motivaciones sobrenaturales, que fueron siempre determinantes en la doctrina tradicional, pero que no son muy aceptadas por una teología sometida al influjo de la ciencia y de la filosofía moderna. Habría una reinterpretación "humanista" y aparentemente racional de un fenómeno religioso difícil de entender. (...)Del sobrenaturalismo excesivo de un tiempo, tendemos ahora a un naturalismo que quiere llevar todo sobre el plano del hombre y de las relaciones humanas. Sin duda, se puede demostrar en teoría, que la renuncia al matrimonio es una cosa buena y bella. Pero es dudoso que la abstención de las relaciones sexuales sea realizable por motivaciones únicamente humanas. Según Santo Tomás existe una complementariedad entre el matrimonio y la virginidad contemplativa, como entre dos funciones que sirven a la belleza y a la salvación de la humanidad. Esta visión se realiza en el corazón de la Iglesia. Esa complementariedad podrá realizarse y dar lugar a una colaboración activa solo por la intervención de la caridad de Cristo, como fuerza de amor superior, capaz de dar una dimensión nueva al afecto conyugal y de inspirar la vocación a la virginidad. Por medio de esta virtud, se despliega en la contemplación divina y en el servicio fraterno, se establece una unidad dinámica entre diferentes modos de vida, en cuanto que cada vocación puede concurrir al progreso de la otra.
El texto hace referencia a la vida religiosa, pero análogamente creo que se podría referir al sacerdocio diocesano.
Perder las razones sobrenaturales es un peligro grave. A veces es suficiente para hacerle frente la historia y la tradición. Pero muchas otras veces no. El tema del celibato me parece uno de esos casos, porque tanto la tradición como la historia no son unánimes. Tenemos entonces que volver a pensar estas otras razones. El sacerdote es célibe como signo de que el cristiano no pone en la tierra su última esperanza y para preparase más intensamente a la contemplación, y no por fines prácticos o costumbristas.
Perder las razones sobrenaturales es un peligro grave. A veces es suficiente para hacerle frente la historia y la tradición. Pero muchas otras veces no. El tema del celibato me parece uno de esos casos, porque tanto la tradición como la historia no son unánimes. Tenemos entonces que volver a pensar estas otras razones. El sacerdote es célibe como signo de que el cristiano no pone en la tierra su última esperanza y para preparase más intensamente a la contemplación, y no por fines prácticos o costumbristas.
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