miércoles, 29 de febrero de 2012

Desierto



Escenas de un domingo. Almuerzo con dos extranjeros. Uno conoce bien la Argentina. Ha vivido 4 meses y estudió un poco de su historia. El otro no. Tengo que explicar algunos hechos. Evita. Su muerte y la radio que cada día, a la misma hora la recuerda como la jefa espiritual de la Nación. El cuerpo robado, trasladado a Milán y enterrado con otro nombre. El responsable, asesinado por venganza. El cuerpo que vuelve en el avión de Perón. Dos innombrables durante 18 años. Como si el poder sobre los nombres modificara una realidad. El peronismo que no es lo que es, ni es lo que fue, sino que es la hermenéutica de aquello que fue. El cuerpo de Perón profanado. Solo cuando se lo debo explicar a otros y veo sus caras de confusión y sorpresa me doy cuenta que es una historia salvaje. 
La tarde la ocupo en leer el diario. Tres noticias me llaman la atención. El juicio a una mujer por matar a su amiga con una maza. El desprecio de la vida, de la amistad y de la fidelidad.
La investigación, casi sin resultados, del secuestro y muerte de una niña. La policía corrupta. Una madre que prefiere salvarse a si misma y dejar la muerte de su hija impune. El desprecio de la familia, de la inocencia y de la verdad.
El accidente del tren. Escucho el diálogo entre el conductor y el control. Es una imagen del derrumbe de la Argentina. Mientras en otros paises una sola muerte absurda causa escándalo, nosotros nos habituamos. Y en vez de preguntarnos como evitarlo, buscamos al culpable. El maquinista, el tren, la empresa. En todas partes hay errores humanos y en todas partes la materia falla, pero solo en Argentina se cobra 50 vidas. El lugar del accidente nos hace recordar otra tragedia. Tan absurda como esta. 
La Argentina no es un país desarrollado. Tampoco es un país en vías de desarrollo. Es más bien un país en vías de subdesarrollo. El tiempo parece ir para atrás. Pero en el medio, como Cronos, se debora a sus hijos. Es un retorno al salvajismo primitivo. Como si después de haber rechazado la gracia hubiéramos entrado en una dinámica del pecado de la cual no podemos salir. Y lo peor de todo es que el final de esta historia no parece ser el del bicho verde de Wanderer. El final parece ser el de un cristianismo que desaparece en el aire, como un árbol que fue incapaz de dar frutos y que, ahora seco, es esparcido por la erosión del viento. 

domingo, 26 de febrero de 2012

Cuaresma



La Cuaresma, un nuevo comienzo.

"Un día los demonios asaltaron a Abba Arsenio en su celda y lo abatieron. Su servidores, que se dirigian hacia allí, oyeron, desde el exterior, que él gritaba estas palabras: Oh Dios, no me abandones. Yo no he hecho nada bueno ante ti; pero permíteme, segun tu bondad, comenzar ahora." (Apotegmas de los Padres del Desierto, Abba Arsenio, 4)

jueves, 23 de febrero de 2012

¡Ay Rino!





Hace unos quince días monseñor Rino Fisichella participó en un convenio a Roma en el llamado "proyecto cultural" de la Conferencia Episcopal Italiana. Contemporáneamente, parte de la conferencia fue publicada en L'Osservatore Romano. El artículo parece haber pasado desapercibido, lo cual dice mucho de la situación en la que se encuentra la doctrina católica. Allí Don Rino dice que "el mito antiguo no podría jamás concebir que la divinidad renunciase a su naturaleza para devenir mortal" (en italiano dice "Il mito antico non avrebbe mai potuto concepire che la divinitá rinunciase alla sua natura per divenire mortale" y en resaltado con alguna diferencia posiblemente del editor "Il mito antico non avrebbe mai potuto concepire un dio che rinuncia alla sua natura per diventare mortale giungiendo ad assumere la condizione di servo"). Cierto. Los puristas podrán decir que Fisichella solo describe la situación de las divinidades griegas y aquello que la razón puede concebir. No dice nada del pensamiento cristiano. Sin embargo, la contraposición es clara. Lo que para los antiguos era absurdo se ha cumplido con el cristianismo. Don Rino parece haberse olvidado de los cánones de los concilios cristológicos y trinitarios. Uno de la Trinidad se ha encarnado pero no ha abandonado la naturaleza divina. Uno de la Trinidad sufrió por nosotros, pero en su naturaleza humana.
Aquellos que conocen, dicen que monseñor Rino es uno de aquellos especímenes episcopales que avanzan en la carrera a partir de saber galleggiare las distintas olas que se mueven en el Vaticano. 
Sin embargo, no es la primera vez que un artículo en L'Osservatore Romano lo desnuda. Hace uno dos años escribió una nota criticando a monseñor Jose Cardoso Sobrinho, obispo de Olinda y Recife, que había expuesto la doctrina católica que aquellos que colaboran con un aborto quedan excomulgados. En ese caso la sangre llegó al rio. El obispo brasileño se defendió ante Roma y, al parecer Fisichella fue eyectado de la  Academia Pontificia para la Vida por la presión entre otros del hoy cardenal Elio Sgreccia. 
Este vez, en cambio, parece haber pasado desapercibido. Quizás sea mejor así. Le evita a Don Rino el tener que ir a celebrar Misas Tridentinas (cosa que hizo cuando sucedió el escándalo de la Academia Pontificia para la Vida) para congraciarse con sus amigos. Pero por otra parte, es preocupante. Fisichella es el encargado de diseñar la llamada "Nueva Evangelización", es considerado un teólogo ortodoxo, futuro cardenal y era hasta hace poco el Rector de la Pontificia Universidad Lateranense, es decir la universidad del Papa. Aquí parece que lo traicionó su formación balthasariana. Una lástima. 

lunes, 20 de febrero de 2012

Aquel "otium" que nos conduce a Dios




Hace un tiempo discutiamos en un blog y con algunos amigos el tema de la "objetividad litúrgica". En algunos ambientes se relaciona "objetividad" con las rúbricas del Misal de Juan XXIII en contraposición de la "subjetividad" de la libre interpretacíón del Misal de Pablo VI. Dejó aquí la traducción de algunos fragmentos de un texto de monseñor Guido Marini, maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, donde tangencialmente toca el tema de la liturgia como oración "objetiva" que debe repercutir "subjetivamente". 

"El alma humana esta llamada a cumplir el itinerario hacia Dios, a realizar la propia santificación. Esta es la obra principal y decisiva de su vida, su deber primario. Esto se realiza a partir de aquella acción sagrada que es la liturgia. Sagrada porque es acción de Cristo y de su cuerpo que es la Iglesia. Sagrada porque es el ejercicio de la acción sacerdotal de Jesucristo.
La liturgia es esencialmente actio Dei que nos une a Cristo por medio del Espíritu. La liturgia, entonces, poseé una sacralidad o santidad objetiva a la cual cada uno debe acercarse para poder proceder en el camino de la propia santidad subjetiva. 
La Escritura proclamada por la Iglesia en el culto litúrgico, es la Palabra viva y actual de Dios, así que hace posible una relación personal entre Dios y el hombre en la sucesión del tiempo. El acto litúrgico tiene la capacidad de sustraer a la página de la Escritura el gusto subjetivo y transitorio, donándole al alma humana aquella voz de Dios que debe ser acogida en el presente de nuestra vida. De este modo, la primacía no es dada a la disposición interior individual, sino a aquello que hoy en el acto litúrgico el Señor desea decir a su pueblo, educándolo a la vida evangélica. Es por esto que el Misal Romano nos recuerda que la Liturgia de la Palabra debe ser celebrada en modo de favorecer la meditación y se debe evitar aquello que impide el recogimiento. 
En la celebración litúrgica no es el hombre el que se une al Señor, sino que es el Señor el que conduce al hombre a su propia intimidad. Para san Pablo toda la vida del cristiano es un sacrificio que no tiene solo una referencia necesaria y continua al misterio de Cristo, sino a su presencia. El cristiano participa al misterio mismo, hecho presente en el acto litúrgico, en la oferta sacrifical. En virtud de la obra del Espíritu Santo se vuele real la contemporaneidad entre el misterio de salvación y el tiempo del hombre. 
La referencia a la dimensión del sacro, inherente a la liturgia, para ilustrar el itinerario del alma hacia Dios pretende privilegiar la dimensión objetiva de la vida espiritual respecto al camino subjetivo. Lo que, en otros términos, significa también afirmar la primacía del camino de recibir el don respecto a aquella de la confusa y angustiada busqueda. Al final, se trata de lo específico de la fe cristiana, aplicado al itinerario espiritual del hombre. 
El Santo Padre Benedico XVI, en su discurso, señala el oscurecimiento del signifcado cristiano del misterio, mostrando el posible peligro así "Como sucede cuando en la Santa Misa no aparece más en primer lugar y actuando Jesús, sino una comunidad ocupada en muchas cosas, en lugar de estar recogida y dejándose atraer hacia lo Único necesario: su Señor. Entonces lo principal y fundamental del fiel cristiano que participa a la celebración litúrgica no es hacer, sino escuchar, abrirse, recibir", Es entonces más importante que nunca vigilar con atención la dimensión contemplativa de la liturgia, aquella particular forma de "otium" que es el espacio espiritual de la apertura y participación al Misterio celebrado. El alma cristiana tiene de frente a si un doble camino:  aquel del "otium" y aquel de la acedia, entendida como falta de armonia con el propio ser y   con Dios. La acción sagrada de la Iglesia, que es la liturgia, se propone al alma cristiana como escuela alta de "otium", o de aquella contemplación activa que abre a la participación de la salvación donada por Dios. Es propio en virtud de este "otium" que el alma cristiana puede cumplir el propio itinerario hacia Dios."

jueves, 16 de febrero de 2012

Una vieja historia


Ludwig Ott escribe en su Manual de Teología Dogmática “El papa Benedicto XII definió, en la constitución dogmática Benedictus Deus (1336), que las almas de los justos que se encuentran totalmente purificadas entran en el cielo inmediatamente después de la muerte (o después de su purificación, si tenían algo que purgar), antes de la resurrección del cuerpo y del juicio universal, a fin de participar de la visión inmediata de Dios, siendo verdaderamente bienaventuradas; mientras que las almas de los que han fallecido en pecado mortal van al infierno inmediatamente después de la muerte para ser en él atormentadas. Esta definición va dirigida contra la doctrina enseñada privadamente por el papa Juan XII según la cual las almas completamente purificadas van al cielo inmediatamente después de la muerte, pero antes de la resurrección no frutan de la visión intuitiva de la esencia divina, sino que únicamente gozan de la contemplación de la humanidad glorificada.”

En realidad, parece que Juan XXII era un conocedor de la patrística, especialmente san Bernardo y en varias homilías había hecho una interpretación del Apocalipsis diciendo que las almas de los justos esperaban la resurrección de los cuerpos para gozar de la visión de Dios. El hecho generó un cierto escándalo entre el pueblo fiel lo que llevó a que Juan estableciera una comisión de teólogos para analizar la cuestión. El resultado fue la constitución Benedictus Deus, que sin embargo no fue publicada por él (murió antes) sino por su sucesor.
Esta vieja historia me parece que tiene varios puntos aleccionadores. El primero es al necesidad de poner en perspectiva todo lo que se dice, aunque lo diga el papa. Tanto desde el progresismo como desde el tradicionalismo se usan para argumentar cualquier frase en cualquier situación. Casi como si fueran polícías dispuestos a usar cualquier cosa que alguien diga en su contra. (El progresismo abunda en ejemplos de este tipo. En el tradicionalismo, es lo que hace Amerio en Iota Unum.)
La segunda, es la necesidad de que el pueblo y los teólogos esten formados en la tradición para defender la fe. Aquí es necesario decir que en general son los papas los que defienden la tradición contra teólogos y no pocos fieles (al menos en este último siglo).
La tercera es llamar la atención sobre esta doctrina, que nos diferencia en alguna medida de la Iglesia Ortodoxa y hoy es olvidada (o reinterpretada) por la mayoría de los manuales de Escatología.