sábado, 29 de noviembre de 2014

Orietur stella ex Iacob



Al príncipe de este mundo le ha sido ocultada la virginidad de María, y su alumbramiento, al igual que la muerte del Señor: tres misterios sonoros, que fueron realizados en el silencio de Dios. 2. ¿Cómo, pues, fueron manifestados a los siglos? Un astro brilló en el cielo más que todos los demás, y su luz era indecible, y su novedad sorprendente, y todos los otros astros junto con el sol y la luna se formaron en coro alrededor suyo y él proyectó su luz más que todos los astros. 2. Y ellos se turbaron preguntándose de dónde venía esta novedad tan distinta de ellos mismos. 3. Entonces fue destruida toda magia, y toda ligadura de malicia abolida, la ignorancia fue disipada, y el antiguo reino arruinado, cuando Dios se manifestó hecho hombre, "para una novedad de vida eterna". Y lo que había sido preparado por Dios se comenzó a realizar. Desde entonces, todo se conmovió porque la destrucción de la muerte se preparaba.
 (San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios 19)

sábado, 15 de noviembre de 2014

Decálogo VI - Breve film sobre el amor.

¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres;
rompe la tela deste dulce encuentro. 
                                                                                    (San Juan de la Cruz, Llama de amor viva)

Decía Krzysztof Kieslowski en su última entrevista antes de morir que en la vida de las personas todos los días suceden cosas extraordinarias, aparece el bien allí donde no debería aparecer. "Yo no se de donde viene y a donde va, pero lo filmo".
Lo excepcional es, quizás, el rasgo distintivo del Decálogo VI (o BFSA). Claro que la genialidad del director está en presentarlo en forma tan normal y llana que al espectador le pasa desapercibido. 
En esta historia a tres bandas hay un joven tímido (reprimido dirán otros), una mujer promiscua (liberada dirán otros) y una anciana.

En el principio...el jóven rompe un cristal para robar un catalejo. Pero no, no es ni decálogo V, ni decálogo VII. Tomás (así se llama el muchacho) no roba por codicia, sino para poder observar más de cerca. Y ya aquí habría varias preguntas para hacerse. ¿Por que lo roba? ¿Acaso no tiene trabajo en la oficina de correos? Robar durante el comunismo polaco no era algo simple...
Lo cierto es que con el catalejo, Tomás observa a una vecina de un edificio enfrente al suyo en el complejo edilicio de Stowki. 
Toda esta primera parte del film puede ser vista como los intentos de un joven tímido e inexperto, enamorado platónicamente, que intenta acercarse a una mujer de mayor edad. Pero Kieslowski va tejiendo su madeja en forma paciente. Vamos así sabiendo que Tomás no tiene familia o mejor que no tiene pasado. Que tampoco parece tener futuro ("Querría que ya estés asentado cuando yo me muera" le dice la vieja). Que la señora mayor que vive con él es la madre de un amigo. Todo parece normal. ¿Pero lo es? La vieja lo invita a ver la elección de Miss Polonia. Le aclara que cuando tenga una novia (y parece decirle que ya es hora), la puede llevar al departamento....
Pero Tomás no parece interesado en nada de eso. Solo en observar a esa mujer. ¿Y quién es? Kieslowski no nos revela el nombre. Vemos que es una pintora. Que tiene varios amantes. Que sus relaciones amorosas no funcionan. Y poco más. 
Tomás intenta acercarse y al final para aclarar una discusión en la oficina de correos, termina diciendo que desde hace más de un año la espía. Lo hace revelando algo que en BFSA será determinante (no así en Decálogo VI). La noche anterior ella había llorado.
La reacción de ella es de subir la apuesta. Hace una escena con uno de sus amantes ante la mirada de Tomás que termina golpeado y humillado. 

Pero el joven no claudica en el "acoso". Vuelve al otro día maltrecho para dejar una botella de leche ("Las botellas de leche en el Decálogo son solo eso. Botellas de leche" decía Kieslowski, pero en este film, como en ningún otro, se nota el simbolismo). El diálogo que se da entre Tomás y la mujer, por demás improbable, es interesante. ¿Que quiere Tomás? ¿Quiere besarla? ¿Quiere acostarse con ella? ¿Quiere ser su novio? El dice a todo que no. Solo que la ama. Y que no quiere nada. 
La tensión comienza a subir. Él termina por invitarla a salir. Y ella acepta. Mientras vuelve Tomek se lleva por delante al Testigo Silencioso, que esta vez carga unas valijas. En la cara del Testigo se dibuja una sonrisa... y una mueca de preocupación.
La cita termina donde ella quiere, o sea en su casa. Le dice que el amor no existe (incluso, en forma muy irónica le responde "Además de amarme, ¿a que otra cosa te dedicas?"). Y allí viene una de las partes más ambiguas de todo el film. Lo que sucede lo dejamos a interpretación del lector. En el otro edificio la que ahora mira es la vieja. Lo cierto es que desde allí el film cambia radicalmente de registro y los actores cambian de tono. 
Tomás vuelve al edificio donde vive. Por casualidad (si, claro!) se vuelve a encontrar con el Testigo Silencioso, cargando las valijas y al parecer todavía sin encontrar su casa. Se miran uno al otro, pero después de un instante Tomek sigue su camino.  En su departamento decide cortarse las venas. Ya la vieja se lo había dicho antes. Lo único que se puede hacer ante una herida  (propia o de otro) es hacerse otra herida.
Ahora es la mujer (por una llamada telefónica sabemos su nombre. De toda formas ya lo sospechábamos. Se llama María Magdalena)  la que busca desesperadamente a Tomek. Usa el teléfono. Le pone carteles. Lo empieza a buscar con los prismáticos. Se siente confundida al ver dos sombras en el departamento del joven y hasta lo va a buscar a la oficina de correos.
De todos modos, la leche sigue llegando. La lleva ahora la vieja (casí para que al pensarlo fríamente digamos que la historia no es real), que por otra parte le da poca información a Magdalena. Cuando esta le pregunta ¿Que pasó? La vieja responde "¿No lo sabe? Se enamoró de usted".
El final no es el mismo en Decálogo VI que en BFSA (al parecer por pedido de la actriz que quería en el segundo un "happy ending"). 
En el primero, Magda va a la oficina de correos y encuentra a Tomek curado que solo la mira y le dice "Ya no te espío").
El segundo final es mucho mas intrigante. Magdalena va al departamento de Tomek. La vieja la hace pasar y le muestra el cuerpo herido del jóven, pero no deja tocarlo (Noli me tangere). Allí, Magda ve el catalejo y comienza a mirar por él pero pronto deja (notemos que para mirar por el catalejo es necesario cerrar un ojo, en cambio Magda tiene los dos ojos abiertos). Ella se ve en su departamento llorando después de haberse peleado con su amante (y si, habiendo derramado una botella de leche). Junto a ella, consolándola con una mano en el hombro está Tomek. 

P.D.:  Dejo un texto del P. Lloyd Baugh S.J. sobre el decálogo. Es uno de los mayores especialistas en Kieslowski. No siempre estamos de acuerdo en sus puntos de vista. Pero siempre son interesantes leerlos. http://www.signis.net/IMG/pdf/Kieslowski_Lloyd_Baugh_sp.pdf

P.D.2.: Si alguien quiere tener una visión radicalmetne opuesta y de neto corte freudiano, puede oir el comentario que hizo el juez Zaffaroni para la presentación del Decálogo en la televisión argentina.



sábado, 8 de noviembre de 2014

Decálogo V

El quinto capítulo del Decálogo de Kieslowski posee varias particularidades. La que primero salta a la vista es el filtro ocre de las imágenes, lo cual da un tono irreal a una película que en los hechos es casi de tipo naturalista. La segunda es la ausencia del twist kieslowskiano tan típico del director polaco, no solo en el Decálogo sino en toda su filmografia. En Decálogo V (y en su film hermano "No matarás" con el cual posee poquísimas diferencias) la historia es por demás previsible. La tercera peculiaridad es la función del Testigo Silencioso. Como en ningún otro capítulo de la serie, el personaje interpretado por Artur Barcis interactúa con el resto de los personajes y a la vez muestra su atemporalidad. 
La película muestra tres historias paralelas. Un abogado (Piotr) que manifiesta sus dudas sobre el límite de la ley en su exámen de graduación (recordemos que el co-guionista del Decálogo Krzysztof Piesiewicz es abogado). El segundo personaje es el joven Jacek, que vaga sin rumbo por la ciudad. Moviéndose entre la ingenuidad (la fotografia de la comunión que quiere agrandar, el juego con las niñas en la vidriera del bar), el rechazo social (la escena en el cine, la vieja que le grita en la plaza) y el mal (el golpe al otro joven en el baño, las piedras lanzadas desde el puente). El tercer personaje es el taxista (Waldemar), un personaje miserable, con el cual el director no quiere que el expectador establezca ninguna empatía. En menos de una hora hace esperar a uno clientes en el frío para después dejarlos sin viaje (los personajes de Decálogo II!), mira en forma lasciva a una jovencita y le hace una propuesta indecente, tira a un perro la comida prepada por su mujer, no ayuda a un borracho, hace sonar la bocina ahuyentando al perro de un peatón, etc.
Como un titiritero (La doble vida de Verónica, Tres colores), Kieslowski va guiando la vida de sus personajes hacía un encuentro fatal. Mientras se dirigen al lugar del crimen se encuentran por primera vez con el Testigo Silencioso que en la piel de un empleado vial, con la mano en el número 5 de la cinta métrica, lo mira intensamente y niega con la cabeza. Pero Jacek rechaza el contacto, se tira hacia atrás, ocultándose en la oscuridad.
Al final de la calle, sucede el primer asesinato, que Kieslowski describe con enorme realismo. El grito de ¡Jesús! de Jacek al ver brotar la sangre de la cabeza de Waldemar es ahogado por la saña de la lapidación. Que no nos confunda la sentencia que habla de "muerte por robo". Jacek tira la radio del taxi sin querer venderla.
La segunda parte del film es un paralelo de la primera. El abogado defiende a Jacek ante el tribunal, pero todo es inútil. El joven es condenado a muerte. Piotr que al inicio había hablado de la imposibilidad de que la pena sirviera como forma para desalentar el delito y su última función como venganza ("la pena es una forma de venganza, si mira a castigar el mal y no a prevenir el delito, pero ¿en nombre de quien se venga la ley? ¿y son los verdaderos inocentes los que hacen la ley?", "Desde los tiempos de Caín nunca una pena ha logrado mejorar el mundo o persuadir a la gente de no realizar un delito"), busca una explicación en un juez que lo consuela y le manifiesta la inexorabilidad de los hechos. Como en San Pablo, la ley pareciera ser una maldición para atraer el pecado y no un medio para salvarnos de él. 
En prisión, Jacek y Piotr tienen un último diálogo. Jacek le cuenta de un tercer asesinato. El de su hermana a la cual atropelló junto con un amigo estando borrachos. Quizás sin ese primer asesinato, no hubiera sucedido ni el segundo, ni el tercero. La escena se muestra casi como una confesión sacramental, a la cual el prisionero se siente atraido porque el abogado lo llamó por el nombre y en la cual el abogado trata de llevarlo a la contricción explicándole que nadie estaba contra él.
Mientras tanto Kieslowski describe la preparación de la pena capital. Dispuesta hasta en los mínimos detalles, como lo había hecho antes Jacek. Pero esta vez en forma legal. 
En el medio vuelve a aparecer el Testigo Silencioso. Esta vez es un pintor (aquí se revela lo irreal, o superreal como se prefiera, del personaje). Mira al abogado y sostiene una escalera, lo que algunos autores han relacionado con los cuadros medievales de la deposición de la cruz.
El final es un alegato contra la pena de muerte. Como ha dicho un crítico, este Raskolnikov kieslowskiano, no tiene redención. Y como Miskin en el Idiota podemos decir "¿Por que este delito así de innoble y inútil? Y sin embargo está escrito "No matarás". Y he aquí que se mata al hombre porque ha matado!".

sábado, 1 de noviembre de 2014

Decálogo IV

La cuarta entrega del Decálogo de Krzysztof Kieslowski es quizás el film más incómodo de toda la serie. El mandamiento "Honrarás a tu padre y a tu madre" se transforma, en la mirada de Kieslowski, en una historia de incesto no consumado (como dirían los canonistas). 
La película comienza en una noche donde padre e hija, en habitaciones separadas, parecen pensar en lo que va a venir. A la mañana siguiente es lunes de Pascua. En las familias polacas se hace una pequeña broma. Se despiertan unos a otros lanzándose agua. La mirada del padre hacia la hija mojada en la bañera sirve como un segundo paso para ser introducidos en la historia. 
El padre, Michal, viaja seguido por trabajo. La hija, Anka, es estudiante de arte dramático. Entre ellos hay un acuerdo. Una carta que ella solo debe abrir después de que él muera. Pero ahora, el padre está por hacer uno de sus viajes, y deja en el escritorio la carta. Antes de subir al avión, convenientemente el padre le pide a la hija que busque entre las cosas de su escritorio unas boletas de teléfono, casi queriendo despertar la curiosidad de Anka. El avión parte, y en la visión de la hija, se vuelve una mancha (¿metáfora de la relación con su padre?). Kieslowski, como un buen narrador de cuentos policiales, va dejando indicios. La palabra "Father" que la oculista le hace formar, la poesía de Elliot, la falta de conexión con el novio cuando estan actuando, la relación de amor-rechazo en la vida privada, la conexión con su profesor, un hombre mayor que bien podría ser su padre, etc.
En el medio, Anka toma la carta y frente al Vístula la empieza a abrir. Frente a ella, el Testigo Silencioso (antes vagabundo, enfermero, conductor de tranvía, ahora piragüista) se acerca velozmente por el río. Dentro de la carta del padre, como en una matrioska rusa, hay otra carta de la madre (muerta cuando Anka tenía solo 5 días) para su hija. El personaje misterioso mira a Anka ante la decisión de que hacer. Nunca se ve que Anka abra la carta de la madre, pero si se ve que intenta imitar la letra.
El padre vuelve de su viaje, y la hija en el aeropuerto le recita unas palabras de su madre donde le cuenta que Michal no es el verdadero padre. Este reacciona dándole una bofetada. A partir de allí empieza la noche infernal de los dos protagonistas. Michal siempre sospechó que Anka no era su verdadera hija. Y cuando esta creció empezó, a tener sentimientos fuera de lo común hacia ella. Celos, pero no como los de un padre, sino como los de un esposo. 
Anka también tuvo sentimientos encontrados. Cuando estaba con otro hombre le parecía traicionar a alguien. Y poco a poco fue entendiendo que ese alguien era su padre. Ahora, ante la realidad de que no son verdaderamente padre e hija, se abre la posibilidad de establecer otro tipo de relación. Pero el padre se resiste y le dice que ella es libre de hacer lo que quiera. La hija lo amenaza con dejarlo, pero Michal no pone obstáculos. Al final de la noche los dos cantan los cuentos de cuando era niña (Quizás todo la historia trate de un padre que busca en su hija a su esposa muerta y una hija que no quiere crecer porque no puede mantener una relación adulta). 
Al otro día, Anka se despierta en su habitación (decorada convenientemente con la imagen de otro piragüista), cree que el padre la ha abandonado y al verlo irse (en realidad va a comprar leche, otro símbolo recurrente en el decálogo), lo llama papá (la noche anterior le había preguntado como lo debía llamar) y corre para decirle que en realidad ella no abrió nunca la carta. En ese momento, sin que tenga nada que ver con el Sitz im Lebem de la película, vuelve a aparecer el Testigo Silencioso cargando una vez más el kayak. 
Al final los dos deciden quemar la carta, de la cual solo queda el inicio, donde se llega a leer "Michal no es ....".  La cámara se mueve, tomando una fotografía de la madre junto a dos de los supuestos padres de Anka y, como en un juego de espejos, aparece la figura borrosa de un tercer hombre que sería Michal.
En ningún otro film de la serie, el Testigo Silencioso parece más externo a la obra y a la vez más influyente en ella. Un crítico dijo que en el primer encuentro "los ojos sobre la joven son tristes, la mirada es de reproche, no indiferentes".  En el segundo encuentro, a pesar de que pasa delante de los dos, pareciera que solo Anka nota su presencia. 
Una mirada psicologista (y el film es muy freudiano!) haría pensar en un padre y una hija que quieren volver a la infancia, cerrando toda relación al mundo exterior. Pero no es ese el único significado. La película habla también de la necesidad de crecer más allá de la relación paterna. Anka espera la verdad que solo se va a revelar con la muerte de sus padres. Michal la obliga a asumir su adultez en la elección moral. 
Pero también hay, además, una redimensión del significado de la paternidad, la cual consiste por sobre todo en un ligamen espiritual más que en una simple relación biológica. Decía un cura hace poco que la crisis del sacerdocio es el paralelo exacto de la crisis de la paternidad. En el caso de Michal, la paternidad espiritual pasa por no cerrarse en una relación exclusiva con su hija sino en empujarla a que crezca independiente de él, para vivir una vida adulta.