sábado, 1 de noviembre de 2014

Decálogo IV

La cuarta entrega del Decálogo de Krzysztof Kieslowski es quizás el film más incómodo de toda la serie. El mandamiento "Honrarás a tu padre y a tu madre" se transforma, en la mirada de Kieslowski, en una historia de incesto no consumado (como dirían los canonistas). 
La película comienza en una noche donde padre e hija, en habitaciones separadas, parecen pensar en lo que va a venir. A la mañana siguiente es lunes de Pascua. En las familias polacas se hace una pequeña broma. Se despiertan unos a otros lanzándose agua. La mirada del padre hacia la hija mojada en la bañera sirve como un segundo paso para ser introducidos en la historia. 
El padre, Michal, viaja seguido por trabajo. La hija, Anka, es estudiante de arte dramático. Entre ellos hay un acuerdo. Una carta que ella solo debe abrir después de que él muera. Pero ahora, el padre está por hacer uno de sus viajes, y deja en el escritorio la carta. Antes de subir al avión, convenientemente el padre le pide a la hija que busque entre las cosas de su escritorio unas boletas de teléfono, casi queriendo despertar la curiosidad de Anka. El avión parte, y en la visión de la hija, se vuelve una mancha (¿metáfora de la relación con su padre?). Kieslowski, como un buen narrador de cuentos policiales, va dejando indicios. La palabra "Father" que la oculista le hace formar, la poesía de Elliot, la falta de conexión con el novio cuando estan actuando, la relación de amor-rechazo en la vida privada, la conexión con su profesor, un hombre mayor que bien podría ser su padre, etc.
En el medio, Anka toma la carta y frente al Vístula la empieza a abrir. Frente a ella, el Testigo Silencioso (antes vagabundo, enfermero, conductor de tranvía, ahora piragüista) se acerca velozmente por el río. Dentro de la carta del padre, como en una matrioska rusa, hay otra carta de la madre (muerta cuando Anka tenía solo 5 días) para su hija. El personaje misterioso mira a Anka ante la decisión de que hacer. Nunca se ve que Anka abra la carta de la madre, pero si se ve que intenta imitar la letra.
El padre vuelve de su viaje, y la hija en el aeropuerto le recita unas palabras de su madre donde le cuenta que Michal no es el verdadero padre. Este reacciona dándole una bofetada. A partir de allí empieza la noche infernal de los dos protagonistas. Michal siempre sospechó que Anka no era su verdadera hija. Y cuando esta creció empezó, a tener sentimientos fuera de lo común hacia ella. Celos, pero no como los de un padre, sino como los de un esposo. 
Anka también tuvo sentimientos encontrados. Cuando estaba con otro hombre le parecía traicionar a alguien. Y poco a poco fue entendiendo que ese alguien era su padre. Ahora, ante la realidad de que no son verdaderamente padre e hija, se abre la posibilidad de establecer otro tipo de relación. Pero el padre se resiste y le dice que ella es libre de hacer lo que quiera. La hija lo amenaza con dejarlo, pero Michal no pone obstáculos. Al final de la noche los dos cantan los cuentos de cuando era niña (Quizás todo la historia trate de un padre que busca en su hija a su esposa muerta y una hija que no quiere crecer porque no puede mantener una relación adulta). 
Al otro día, Anka se despierta en su habitación (decorada convenientemente con la imagen de otro piragüista), cree que el padre la ha abandonado y al verlo irse (en realidad va a comprar leche, otro símbolo recurrente en el decálogo), lo llama papá (la noche anterior le había preguntado como lo debía llamar) y corre para decirle que en realidad ella no abrió nunca la carta. En ese momento, sin que tenga nada que ver con el Sitz im Lebem de la película, vuelve a aparecer el Testigo Silencioso cargando una vez más el kayak. 
Al final los dos deciden quemar la carta, de la cual solo queda el inicio, donde se llega a leer "Michal no es ....".  La cámara se mueve, tomando una fotografía de la madre junto a dos de los supuestos padres de Anka y, como en un juego de espejos, aparece la figura borrosa de un tercer hombre que sería Michal.
En ningún otro film de la serie, el Testigo Silencioso parece más externo a la obra y a la vez más influyente en ella. Un crítico dijo que en el primer encuentro "los ojos sobre la joven son tristes, la mirada es de reproche, no indiferentes".  En el segundo encuentro, a pesar de que pasa delante de los dos, pareciera que solo Anka nota su presencia. 
Una mirada psicologista (y el film es muy freudiano!) haría pensar en un padre y una hija que quieren volver a la infancia, cerrando toda relación al mundo exterior. Pero no es ese el único significado. La película habla también de la necesidad de crecer más allá de la relación paterna. Anka espera la verdad que solo se va a revelar con la muerte de sus padres. Michal la obliga a asumir su adultez en la elección moral. 
Pero también hay, además, una redimensión del significado de la paternidad, la cual consiste por sobre todo en un ligamen espiritual más que en una simple relación biológica. Decía un cura hace poco que la crisis del sacerdocio es el paralelo exacto de la crisis de la paternidad. En el caso de Michal, la paternidad espiritual pasa por no cerrarse en una relación exclusiva con su hija sino en empujarla a que crezca independiente de él, para vivir una vida adulta.





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