miércoles, 29 de octubre de 2014

Diálogos de monseñores

Durante el último Sínodo en los pasillos del Vaticano hubo algunos diálogos como estos:

- Esto es peor de lo que esperaba ¿Cree que la gente es castigada por sus opiniones sinceras, aun suponiendo, por razones argumentativas, que fueran opiniones equivocadas?
- ¿Cree de verdad que no hay pecados de la inteligencia?
-Yo lo creo que los hay, Excelencia. Hay prejuicios obstinados y fraudes intelectuales y timidez y estantacamiento. En cambio las  opiniones sinceras que se mantienen valientemente no son pecados.
- El problema está en determinar qué son opiniones sinceras...
- Las mías, lo son sin duda. No solo sinceras sino también heroicas. Cuando esta doctrina me pareció inaceptable a la luz de la capacidad crítica que Dios me ha dado, la rechacé abiertamente. Entonces publiqué mi estudio y desafié a la Congregación. Acepté todos los riesgos. 
- ¿Que riesgos? ¿En que otra cosa podía venir a parar todo aquello salvo en lo que, realmente, vino a parar: popularidad, venta de libros, invitaciones y finalmente, una cátedra?

(...)

- Pero dice el Evangelio...
- ¡Ah! ¡Pero nosotros tenemos que interpretar esas bellas palabras a nuesra manera! Para mi no existe algo así como una respuesta final. El libre viento de la investigación deberá seguir soplando siempre a través de la mente  ¿no es verdad? "Comprobarlo todo"... Viajar esperanzadamente es mejor que llegar.
- Si eso fuera verdad, y se supiera que lo es ¿Como podría viajar alguien esperanzadamente? No habría nada que esperar.
- Pero usted notará que en la idea de finalidad hay algo sofocante, ¿no es cierto? El estancamiento, Monseñor, ¿hay algo que destruya más el alma que el estancamiento?

(...)

- ¿Existir? ¿Que significa la existencia? Usted seguirá entendiendo por existencia un tipo de realidad estática, ya hecha, que está digamos, ahí, y con la que nuestra mente se limita a conformarse. Los grandes misterios no se pueden abordar de ese modo. Si existiera una realidad semejante (no es preciso interrumpir, Eminencia), con toda franqueza, yo no tendría el menor interés en ella. No tendría ninguna relevancia religiosa. Dios es para mi algo puramente espiritual. El espíritu de la dulzura y la luz y la tolerancia. Y también... mmm... el espíritu de servicio, Eminencia, de servicio. No debe olvidar nada de eso, ¿comprende?

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