lunes, 21 de julio de 2014

Naturalismos

A la cristiandad "angélica" esbozada por el clero tradicionalista, suspendida sobre el mundo pero separada de él, ya por completo anacrónica e inoperante, lo más decididos exponentes del "progresismo" le oponían una cristiandad "encarnada". (...) Su horizonte doctrinario, entonces, quedaba en lo esencial comprendido dentro de un universo integralista. Sobre esta base, el orden temporal habría debido reflejar el orden revelado, tal como ellos lo concebían a la luz de su "perspectiva desde el Pueblo", y la persecución de la "justicia social" habría correspondido a un "plan de Dios". No casualmente, muchas de las ideas profesadas por sacerdotes y laicos de los distintos organismos que dirigían - desde la JUC a la JEC, del MSTM al MICAR entre otros - se hacían eco de las que habían animado en los años treinta y cuarenta, la cruzada católica por el "nuevo orden cristiano", si bien filtradas a través de la renovación conciliar y adaptadas al clima intelectual de los años sesenta y setenta, tan impregnados de utopías socialistas como el de treinta años lo había estado de utopías corporativistas y fascistas. Al punto de que no pocos entre los ancianos católicos nacionalistas todavía activos adhirieron a ellas con entusiasmo creyendo reencontrar el mismo espíritu anticapitalista y antiliberal cultivado en su juventud, y lo mismo ocurrió con muchos militantes católicos de la nueva generación que, abrazando tales ideales, pasaron sin traumas de las simpatías nacionalistas a las simpatías por el justicialismo y, a veces, por la lucha armada en las filas de Montoneros. (Historia de la Iglesia Argentina, R. Di Stefano - L. Zanatta, 535)

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