miércoles, 24 de diciembre de 2014

¡Feliz Navidad!

  
Gentile da Fabriano, Nativity (Palla Strozzi Altarpiece for. Sta.Trinità), 300x282, signed and dated 1423, also predella of the Nativity.


Dirijamos un momento a esto nuestros oídos y nuestra atención por si tal vez somos capaces de decir algo adecuado y digno referente, no al hecho de que en el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios, sino al hecho de que la Palabra se hizo carne. Quizá podamos decir el motivo por el que habitó entre nosotros; quizá pueda ser decible allí donde quiso ser visible. Pues por esto celebramos también este día en que se dignó nacer de una virgen, nacimiento propio que él hizo que de algún modo narrasen autores humanos. Mas ¿quién narrará su nacimiento, es decir, el que tuvo lugar en la eternidad, por el que en cuanto Dios nació de Dios? Allí no existe un día tal que pueda ser celebrado solemnemente, dado que tampoco pasa para volver cada año, sino que permanece sin ocaso, porque tampoco tuvo aurora. Así, pues, aquella Palabra única de Dios, aquella vida, aquella luz de los hombres es el Día eterno; en cambio, este día, en que, al unirse a la carne humana, se hizo como esposo que sale de su lecho nupcial ahora es hoy, pero mañana será ayer. Sin embargo, el día de hoy ensalza al Día eterno, porque el Día eterno, al nacer de la virgen, hizo sagrado el día de hoy. ¡Qué alabanzas tributaremos, pues, al amor de Dios! ¡Cuántas gracias hemos de darle! Tanto nos amó que por nosotros fue hecho en el tiempo Aquel por quien fueron hechos los tiempos, y en este mundo fue menor en edad que muchos de sus siervos el que era más antiguo que el mundo por su eternidad; tanto nos amó que se hizo hombre el que hizo al hombre, le hizo una madre a la que él hizo, le llevaron unas manos que él formó, mamó de los pechos que él llenó, y lloró en el pesebre la infancia muda, la Palabra sin la que es muda la elocuencia humana.
Mira, ¡oh hombre!, lo que Dios se hizo por ti; reconoce la enseñanza de humildad tan grande de la boca del doctor que aún no habla. En otro tiempo, fuiste tan facundo en el paraíso que impusiste el nombre a todo ser viviente; sin embargo, por ti yacía en el pesebre, sin hablar, tu creador; sin llamar por su nombre ni siquiera a su madre. Tú, descuidando la obediencia, te perdiste en un vastísimo jardín de árboles frutales; Él, por obediencia, vino en condición mortal a un establo estrechísimo para buscar, mediante la muerte, al que estaba muerto. Tú, siendo hombre, quisiste ser Dios para tu perdición; Él, siendo Dios, quiso ser hombre para hallar lo que estaba perdido. Tanto te oprimió la soberbia humana, que sólo la humildad divina te podía levantar. (San Agustín, Sermon 188).



sábado, 6 de diciembre de 2014

Himno a la Virgen María

La Virgen me invita a cantar el misterio que yo contemplo con admiración. Hijo de Dios, dame tu don admirable, haz que temple mi lira, y que consiga detallar la imagen completamente bella de la Madre bien amada.
La Virgen María da al mundo a su Hijo quedando virgen, amamanta al que alimenta a las naciones, y en su casto regazo sostiene al que mantiene el universo. Ella es Virgen y es Madre, ¿qué no es?
Santa de cuerpo, completamente hermosa de alma, pura de espíritu, sincera de inteligencia, perfecta de sentimientos, casta, fiel, pura de corazón, leal, posee todas las virtudes.
Que en María se alegre toda la estirpe de las vírgenes, pues una de entre ellas ha alumbrado al que sostiene toda la creación, al que ha liberado al género humano que gemía en la esclavitud.
Que en María se alegre el anciano Adán, herido por la serpiente. María da a Adán una descendencia que le permite aplastar a la serpiente maldita, y le sana de su herida mortal.
Que los sacerdotes se alegren en la Virgen bendita. Ella ha dado al mundo el Sacerdote Eterno que es al mismo tiempo Víctima. Él ha puesto fin a los antiguos sacrificios, habiéndose hecho la Víctima que apacigua al Padre.
Que en María se alegren todos los profetas. En Ella se han cumplido sus visiones, se han realizado sus profecías, se han confirmado sus oráculos.
Que en María se gocen todos los patriarcas. Así como Ella ha recibido la bendición que les fue prometida, así Ella les ha hecho perfectos en su Hijo. Por Él los profetas, justos y sacerdotes, se han encontrado purificados.
En lugar del fruto amargo cogido por Eva del árbol fatal, María ha dado a los hombres un fruto lleno de dulzura. Y he aquí que el mundo entero se deleita por el fruto de María.
El árbol de la vida, oculto en medio del Paraíso, ha surgido en María y ha extendido su sombra sobre el universo, ha esparcido sus frutos, tanto sobre los pueblos más lejanos como sobre los más próximos.
María ha tejido un vestido de gloria y lo ha dado a nuestro primer padre. Él había escondido su desnudez entre los árboles, y es ahora vestido de pudor, de virtud y de belleza. Al que su esposa había derribado, su Hija le alza; sostenido por Ella, se endereza como un héroe.
Eva y la serpiente habían cavado una trampa, y Adán había caído en ella; María y su real Hijo se han inclinado y le han sacado del abismo.
La vid virginal ha dado un racimo, cuyo suave jugo devuelve la alegría a los afligidos. Eva y Adán en su angustia han gustado el vino de la vida, y han hallado completo consuelo.

San Efrén el Sirio

sábado, 29 de noviembre de 2014

Orietur stella ex Iacob



Al príncipe de este mundo le ha sido ocultada la virginidad de María, y su alumbramiento, al igual que la muerte del Señor: tres misterios sonoros, que fueron realizados en el silencio de Dios. 2. ¿Cómo, pues, fueron manifestados a los siglos? Un astro brilló en el cielo más que todos los demás, y su luz era indecible, y su novedad sorprendente, y todos los otros astros junto con el sol y la luna se formaron en coro alrededor suyo y él proyectó su luz más que todos los astros. 2. Y ellos se turbaron preguntándose de dónde venía esta novedad tan distinta de ellos mismos. 3. Entonces fue destruida toda magia, y toda ligadura de malicia abolida, la ignorancia fue disipada, y el antiguo reino arruinado, cuando Dios se manifestó hecho hombre, "para una novedad de vida eterna". Y lo que había sido preparado por Dios se comenzó a realizar. Desde entonces, todo se conmovió porque la destrucción de la muerte se preparaba.
 (San Ignacio de Antioquía, Carta a los Efesios 19)

sábado, 15 de noviembre de 2014

Decálogo VI - Breve film sobre el amor.

¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya si quieres;
rompe la tela deste dulce encuentro. 
                                                                                    (San Juan de la Cruz, Llama de amor viva)

Decía Krzysztof Kieslowski en su última entrevista antes de morir que en la vida de las personas todos los días suceden cosas extraordinarias, aparece el bien allí donde no debería aparecer. "Yo no se de donde viene y a donde va, pero lo filmo".
Lo excepcional es, quizás, el rasgo distintivo del Decálogo VI (o BFSA). Claro que la genialidad del director está en presentarlo en forma tan normal y llana que al espectador le pasa desapercibido. 
En esta historia a tres bandas hay un joven tímido (reprimido dirán otros), una mujer promiscua (liberada dirán otros) y una anciana.

En el principio...el jóven rompe un cristal para robar un catalejo. Pero no, no es ni decálogo V, ni decálogo VII. Tomás (así se llama el muchacho) no roba por codicia, sino para poder observar más de cerca. Y ya aquí habría varias preguntas para hacerse. ¿Por que lo roba? ¿Acaso no tiene trabajo en la oficina de correos? Robar durante el comunismo polaco no era algo simple...
Lo cierto es que con el catalejo, Tomás observa a una vecina de un edificio enfrente al suyo en el complejo edilicio de Stowki. 
Toda esta primera parte del film puede ser vista como los intentos de un joven tímido e inexperto, enamorado platónicamente, que intenta acercarse a una mujer de mayor edad. Pero Kieslowski va tejiendo su madeja en forma paciente. Vamos así sabiendo que Tomás no tiene familia o mejor que no tiene pasado. Que tampoco parece tener futuro ("Querría que ya estés asentado cuando yo me muera" le dice la vieja). Que la señora mayor que vive con él es la madre de un amigo. Todo parece normal. ¿Pero lo es? La vieja lo invita a ver la elección de Miss Polonia. Le aclara que cuando tenga una novia (y parece decirle que ya es hora), la puede llevar al departamento....
Pero Tomás no parece interesado en nada de eso. Solo en observar a esa mujer. ¿Y quién es? Kieslowski no nos revela el nombre. Vemos que es una pintora. Que tiene varios amantes. Que sus relaciones amorosas no funcionan. Y poco más. 
Tomás intenta acercarse y al final para aclarar una discusión en la oficina de correos, termina diciendo que desde hace más de un año la espía. Lo hace revelando algo que en BFSA será determinante (no así en Decálogo VI). La noche anterior ella había llorado.
La reacción de ella es de subir la apuesta. Hace una escena con uno de sus amantes ante la mirada de Tomás que termina golpeado y humillado. 

Pero el joven no claudica en el "acoso". Vuelve al otro día maltrecho para dejar una botella de leche ("Las botellas de leche en el Decálogo son solo eso. Botellas de leche" decía Kieslowski, pero en este film, como en ningún otro, se nota el simbolismo). El diálogo que se da entre Tomás y la mujer, por demás improbable, es interesante. ¿Que quiere Tomás? ¿Quiere besarla? ¿Quiere acostarse con ella? ¿Quiere ser su novio? El dice a todo que no. Solo que la ama. Y que no quiere nada. 
La tensión comienza a subir. Él termina por invitarla a salir. Y ella acepta. Mientras vuelve Tomek se lleva por delante al Testigo Silencioso, que esta vez carga unas valijas. En la cara del Testigo se dibuja una sonrisa... y una mueca de preocupación.
La cita termina donde ella quiere, o sea en su casa. Le dice que el amor no existe (incluso, en forma muy irónica le responde "Además de amarme, ¿a que otra cosa te dedicas?"). Y allí viene una de las partes más ambiguas de todo el film. Lo que sucede lo dejamos a interpretación del lector. En el otro edificio la que ahora mira es la vieja. Lo cierto es que desde allí el film cambia radicalmente de registro y los actores cambian de tono. 
Tomás vuelve al edificio donde vive. Por casualidad (si, claro!) se vuelve a encontrar con el Testigo Silencioso, cargando las valijas y al parecer todavía sin encontrar su casa. Se miran uno al otro, pero después de un instante Tomek sigue su camino.  En su departamento decide cortarse las venas. Ya la vieja se lo había dicho antes. Lo único que se puede hacer ante una herida  (propia o de otro) es hacerse otra herida.
Ahora es la mujer (por una llamada telefónica sabemos su nombre. De toda formas ya lo sospechábamos. Se llama María Magdalena)  la que busca desesperadamente a Tomek. Usa el teléfono. Le pone carteles. Lo empieza a buscar con los prismáticos. Se siente confundida al ver dos sombras en el departamento del joven y hasta lo va a buscar a la oficina de correos.
De todos modos, la leche sigue llegando. La lleva ahora la vieja (casí para que al pensarlo fríamente digamos que la historia no es real), que por otra parte le da poca información a Magdalena. Cuando esta le pregunta ¿Que pasó? La vieja responde "¿No lo sabe? Se enamoró de usted".
El final no es el mismo en Decálogo VI que en BFSA (al parecer por pedido de la actriz que quería en el segundo un "happy ending"). 
En el primero, Magda va a la oficina de correos y encuentra a Tomek curado que solo la mira y le dice "Ya no te espío").
El segundo final es mucho mas intrigante. Magdalena va al departamento de Tomek. La vieja la hace pasar y le muestra el cuerpo herido del jóven, pero no deja tocarlo (Noli me tangere). Allí, Magda ve el catalejo y comienza a mirar por él pero pronto deja (notemos que para mirar por el catalejo es necesario cerrar un ojo, en cambio Magda tiene los dos ojos abiertos). Ella se ve en su departamento llorando después de haberse peleado con su amante (y si, habiendo derramado una botella de leche). Junto a ella, consolándola con una mano en el hombro está Tomek. 

P.D.:  Dejo un texto del P. Lloyd Baugh S.J. sobre el decálogo. Es uno de los mayores especialistas en Kieslowski. No siempre estamos de acuerdo en sus puntos de vista. Pero siempre son interesantes leerlos. http://www.signis.net/IMG/pdf/Kieslowski_Lloyd_Baugh_sp.pdf

P.D.2.: Si alguien quiere tener una visión radicalmetne opuesta y de neto corte freudiano, puede oir el comentario que hizo el juez Zaffaroni para la presentación del Decálogo en la televisión argentina.



sábado, 8 de noviembre de 2014

Decálogo V

El quinto capítulo del Decálogo de Kieslowski posee varias particularidades. La que primero salta a la vista es el filtro ocre de las imágenes, lo cual da un tono irreal a una película que en los hechos es casi de tipo naturalista. La segunda es la ausencia del twist kieslowskiano tan típico del director polaco, no solo en el Decálogo sino en toda su filmografia. En Decálogo V (y en su film hermano "No matarás" con el cual posee poquísimas diferencias) la historia es por demás previsible. La tercera peculiaridad es la función del Testigo Silencioso. Como en ningún otro capítulo de la serie, el personaje interpretado por Artur Barcis interactúa con el resto de los personajes y a la vez muestra su atemporalidad. 
La película muestra tres historias paralelas. Un abogado (Piotr) que manifiesta sus dudas sobre el límite de la ley en su exámen de graduación (recordemos que el co-guionista del Decálogo Krzysztof Piesiewicz es abogado). El segundo personaje es el joven Jacek, que vaga sin rumbo por la ciudad. Moviéndose entre la ingenuidad (la fotografia de la comunión que quiere agrandar, el juego con las niñas en la vidriera del bar), el rechazo social (la escena en el cine, la vieja que le grita en la plaza) y el mal (el golpe al otro joven en el baño, las piedras lanzadas desde el puente). El tercer personaje es el taxista (Waldemar), un personaje miserable, con el cual el director no quiere que el expectador establezca ninguna empatía. En menos de una hora hace esperar a uno clientes en el frío para después dejarlos sin viaje (los personajes de Decálogo II!), mira en forma lasciva a una jovencita y le hace una propuesta indecente, tira a un perro la comida prepada por su mujer, no ayuda a un borracho, hace sonar la bocina ahuyentando al perro de un peatón, etc.
Como un titiritero (La doble vida de Verónica, Tres colores), Kieslowski va guiando la vida de sus personajes hacía un encuentro fatal. Mientras se dirigen al lugar del crimen se encuentran por primera vez con el Testigo Silencioso que en la piel de un empleado vial, con la mano en el número 5 de la cinta métrica, lo mira intensamente y niega con la cabeza. Pero Jacek rechaza el contacto, se tira hacia atrás, ocultándose en la oscuridad.
Al final de la calle, sucede el primer asesinato, que Kieslowski describe con enorme realismo. El grito de ¡Jesús! de Jacek al ver brotar la sangre de la cabeza de Waldemar es ahogado por la saña de la lapidación. Que no nos confunda la sentencia que habla de "muerte por robo". Jacek tira la radio del taxi sin querer venderla.
La segunda parte del film es un paralelo de la primera. El abogado defiende a Jacek ante el tribunal, pero todo es inútil. El joven es condenado a muerte. Piotr que al inicio había hablado de la imposibilidad de que la pena sirviera como forma para desalentar el delito y su última función como venganza ("la pena es una forma de venganza, si mira a castigar el mal y no a prevenir el delito, pero ¿en nombre de quien se venga la ley? ¿y son los verdaderos inocentes los que hacen la ley?", "Desde los tiempos de Caín nunca una pena ha logrado mejorar el mundo o persuadir a la gente de no realizar un delito"), busca una explicación en un juez que lo consuela y le manifiesta la inexorabilidad de los hechos. Como en San Pablo, la ley pareciera ser una maldición para atraer el pecado y no un medio para salvarnos de él. 
En prisión, Jacek y Piotr tienen un último diálogo. Jacek le cuenta de un tercer asesinato. El de su hermana a la cual atropelló junto con un amigo estando borrachos. Quizás sin ese primer asesinato, no hubiera sucedido ni el segundo, ni el tercero. La escena se muestra casi como una confesión sacramental, a la cual el prisionero se siente atraido porque el abogado lo llamó por el nombre y en la cual el abogado trata de llevarlo a la contricción explicándole que nadie estaba contra él.
Mientras tanto Kieslowski describe la preparación de la pena capital. Dispuesta hasta en los mínimos detalles, como lo había hecho antes Jacek. Pero esta vez en forma legal. 
En el medio vuelve a aparecer el Testigo Silencioso. Esta vez es un pintor (aquí se revela lo irreal, o superreal como se prefiera, del personaje). Mira al abogado y sostiene una escalera, lo que algunos autores han relacionado con los cuadros medievales de la deposición de la cruz.
El final es un alegato contra la pena de muerte. Como ha dicho un crítico, este Raskolnikov kieslowskiano, no tiene redención. Y como Miskin en el Idiota podemos decir "¿Por que este delito así de innoble y inútil? Y sin embargo está escrito "No matarás". Y he aquí que se mata al hombre porque ha matado!".

sábado, 1 de noviembre de 2014

Decálogo IV

La cuarta entrega del Decálogo de Krzysztof Kieslowski es quizás el film más incómodo de toda la serie. El mandamiento "Honrarás a tu padre y a tu madre" se transforma, en la mirada de Kieslowski, en una historia de incesto no consumado (como dirían los canonistas). 
La película comienza en una noche donde padre e hija, en habitaciones separadas, parecen pensar en lo que va a venir. A la mañana siguiente es lunes de Pascua. En las familias polacas se hace una pequeña broma. Se despiertan unos a otros lanzándose agua. La mirada del padre hacia la hija mojada en la bañera sirve como un segundo paso para ser introducidos en la historia. 
El padre, Michal, viaja seguido por trabajo. La hija, Anka, es estudiante de arte dramático. Entre ellos hay un acuerdo. Una carta que ella solo debe abrir después de que él muera. Pero ahora, el padre está por hacer uno de sus viajes, y deja en el escritorio la carta. Antes de subir al avión, convenientemente el padre le pide a la hija que busque entre las cosas de su escritorio unas boletas de teléfono, casi queriendo despertar la curiosidad de Anka. El avión parte, y en la visión de la hija, se vuelve una mancha (¿metáfora de la relación con su padre?). Kieslowski, como un buen narrador de cuentos policiales, va dejando indicios. La palabra "Father" que la oculista le hace formar, la poesía de Elliot, la falta de conexión con el novio cuando estan actuando, la relación de amor-rechazo en la vida privada, la conexión con su profesor, un hombre mayor que bien podría ser su padre, etc.
En el medio, Anka toma la carta y frente al Vístula la empieza a abrir. Frente a ella, el Testigo Silencioso (antes vagabundo, enfermero, conductor de tranvía, ahora piragüista) se acerca velozmente por el río. Dentro de la carta del padre, como en una matrioska rusa, hay otra carta de la madre (muerta cuando Anka tenía solo 5 días) para su hija. El personaje misterioso mira a Anka ante la decisión de que hacer. Nunca se ve que Anka abra la carta de la madre, pero si se ve que intenta imitar la letra.
El padre vuelve de su viaje, y la hija en el aeropuerto le recita unas palabras de su madre donde le cuenta que Michal no es el verdadero padre. Este reacciona dándole una bofetada. A partir de allí empieza la noche infernal de los dos protagonistas. Michal siempre sospechó que Anka no era su verdadera hija. Y cuando esta creció empezó, a tener sentimientos fuera de lo común hacia ella. Celos, pero no como los de un padre, sino como los de un esposo. 
Anka también tuvo sentimientos encontrados. Cuando estaba con otro hombre le parecía traicionar a alguien. Y poco a poco fue entendiendo que ese alguien era su padre. Ahora, ante la realidad de que no son verdaderamente padre e hija, se abre la posibilidad de establecer otro tipo de relación. Pero el padre se resiste y le dice que ella es libre de hacer lo que quiera. La hija lo amenaza con dejarlo, pero Michal no pone obstáculos. Al final de la noche los dos cantan los cuentos de cuando era niña (Quizás todo la historia trate de un padre que busca en su hija a su esposa muerta y una hija que no quiere crecer porque no puede mantener una relación adulta). 
Al otro día, Anka se despierta en su habitación (decorada convenientemente con la imagen de otro piragüista), cree que el padre la ha abandonado y al verlo irse (en realidad va a comprar leche, otro símbolo recurrente en el decálogo), lo llama papá (la noche anterior le había preguntado como lo debía llamar) y corre para decirle que en realidad ella no abrió nunca la carta. En ese momento, sin que tenga nada que ver con el Sitz im Lebem de la película, vuelve a aparecer el Testigo Silencioso cargando una vez más el kayak. 
Al final los dos deciden quemar la carta, de la cual solo queda el inicio, donde se llega a leer "Michal no es ....".  La cámara se mueve, tomando una fotografía de la madre junto a dos de los supuestos padres de Anka y, como en un juego de espejos, aparece la figura borrosa de un tercer hombre que sería Michal.
En ningún otro film de la serie, el Testigo Silencioso parece más externo a la obra y a la vez más influyente en ella. Un crítico dijo que en el primer encuentro "los ojos sobre la joven son tristes, la mirada es de reproche, no indiferentes".  En el segundo encuentro, a pesar de que pasa delante de los dos, pareciera que solo Anka nota su presencia. 
Una mirada psicologista (y el film es muy freudiano!) haría pensar en un padre y una hija que quieren volver a la infancia, cerrando toda relación al mundo exterior. Pero no es ese el único significado. La película habla también de la necesidad de crecer más allá de la relación paterna. Anka espera la verdad que solo se va a revelar con la muerte de sus padres. Michal la obliga a asumir su adultez en la elección moral. 
Pero también hay, además, una redimensión del significado de la paternidad, la cual consiste por sobre todo en un ligamen espiritual más que en una simple relación biológica. Decía un cura hace poco que la crisis del sacerdocio es el paralelo exacto de la crisis de la paternidad. En el caso de Michal, la paternidad espiritual pasa por no cerrarse en una relación exclusiva con su hija sino en empujarla a que crezca independiente de él, para vivir una vida adulta.





miércoles, 29 de octubre de 2014

Diálogos de monseñores

Durante el último Sínodo en los pasillos del Vaticano hubo algunos diálogos como estos:

- Esto es peor de lo que esperaba ¿Cree que la gente es castigada por sus opiniones sinceras, aun suponiendo, por razones argumentativas, que fueran opiniones equivocadas?
- ¿Cree de verdad que no hay pecados de la inteligencia?
-Yo lo creo que los hay, Excelencia. Hay prejuicios obstinados y fraudes intelectuales y timidez y estantacamiento. En cambio las  opiniones sinceras que se mantienen valientemente no son pecados.
- El problema está en determinar qué son opiniones sinceras...
- Las mías, lo son sin duda. No solo sinceras sino también heroicas. Cuando esta doctrina me pareció inaceptable a la luz de la capacidad crítica que Dios me ha dado, la rechacé abiertamente. Entonces publiqué mi estudio y desafié a la Congregación. Acepté todos los riesgos. 
- ¿Que riesgos? ¿En que otra cosa podía venir a parar todo aquello salvo en lo que, realmente, vino a parar: popularidad, venta de libros, invitaciones y finalmente, una cátedra?

(...)

- Pero dice el Evangelio...
- ¡Ah! ¡Pero nosotros tenemos que interpretar esas bellas palabras a nuesra manera! Para mi no existe algo así como una respuesta final. El libre viento de la investigación deberá seguir soplando siempre a través de la mente  ¿no es verdad? "Comprobarlo todo"... Viajar esperanzadamente es mejor que llegar.
- Si eso fuera verdad, y se supiera que lo es ¿Como podría viajar alguien esperanzadamente? No habría nada que esperar.
- Pero usted notará que en la idea de finalidad hay algo sofocante, ¿no es cierto? El estancamiento, Monseñor, ¿hay algo que destruya más el alma que el estancamiento?

(...)

- ¿Existir? ¿Que significa la existencia? Usted seguirá entendiendo por existencia un tipo de realidad estática, ya hecha, que está digamos, ahí, y con la que nuestra mente se limita a conformarse. Los grandes misterios no se pueden abordar de ese modo. Si existiera una realidad semejante (no es preciso interrumpir, Eminencia), con toda franqueza, yo no tendría el menor interés en ella. No tendría ninguna relevancia religiosa. Dios es para mi algo puramente espiritual. El espíritu de la dulzura y la luz y la tolerancia. Y también... mmm... el espíritu de servicio, Eminencia, de servicio. No debe olvidar nada de eso, ¿comprende?

lunes, 21 de julio de 2014

Naturalismos

A la cristiandad "angélica" esbozada por el clero tradicionalista, suspendida sobre el mundo pero separada de él, ya por completo anacrónica e inoperante, lo más decididos exponentes del "progresismo" le oponían una cristiandad "encarnada". (...) Su horizonte doctrinario, entonces, quedaba en lo esencial comprendido dentro de un universo integralista. Sobre esta base, el orden temporal habría debido reflejar el orden revelado, tal como ellos lo concebían a la luz de su "perspectiva desde el Pueblo", y la persecución de la "justicia social" habría correspondido a un "plan de Dios". No casualmente, muchas de las ideas profesadas por sacerdotes y laicos de los distintos organismos que dirigían - desde la JUC a la JEC, del MSTM al MICAR entre otros - se hacían eco de las que habían animado en los años treinta y cuarenta, la cruzada católica por el "nuevo orden cristiano", si bien filtradas a través de la renovación conciliar y adaptadas al clima intelectual de los años sesenta y setenta, tan impregnados de utopías socialistas como el de treinta años lo había estado de utopías corporativistas y fascistas. Al punto de que no pocos entre los ancianos católicos nacionalistas todavía activos adhirieron a ellas con entusiasmo creyendo reencontrar el mismo espíritu anticapitalista y antiliberal cultivado en su juventud, y lo mismo ocurrió con muchos militantes católicos de la nueva generación que, abrazando tales ideales, pasaron sin traumas de las simpatías nacionalistas a las simpatías por el justicialismo y, a veces, por la lucha armada en las filas de Montoneros. (Historia de la Iglesia Argentina, R. Di Stefano - L. Zanatta, 535)

lunes, 21 de abril de 2014

Decálogo III

El tercer capítulo del decálogo es cinematográficamente, según mi humilde y poco mayoritaria opinión, de los mejores de la obra de Kieslowski. 
La historia comienza la Vigilia de Navidad, con los gritos (que como letanía aparecerán en distintos momentos del film) de un borracho que arrastrando un árbol de Navidad diciendo "¿Dónde esta mi casa?". Rápidamente la historia se centra en Janusz (una justa y sobria interpretación) que se disfraza de Papa Noel para hacer los regalos a sus hijos. Antes de entrar a su departamento de Stowki ve al padre de Decálogo I que triste observa los festejos de las otras familias.
Janusz (Jano, imagen de la dualidad) festeja con los suyos, sin embargo una cierta frialdad entre su mujer y él hacen pensar que no todo va bien. 
Paralelo a él esta Eva (la primera mujer, excelente y expresiva interpretación) que recorre angustiada Varsovia. Ve a un niño que escapa para alcanzar un árbol de Navidad y es reatrapado por la autoridad. Llega a un geriátrico donde lleva un regalo para su tía. Una tía que ha perdido la memoria, que esta esperando morir sola, que la ve todavía niña, pero recuerda que es casada. 
Eva y Janusz se encuentran en la Misa de la Vigilia, pero no directamente. Eva es como un fantasma que aparece y desaparece. Janusz sospecha y al volver a su casa desconecta el teléfono antes de brindar con su mujer. Eva se presenta, pero no por el teléfono sino directamente y le dice que su marido ha desaparecido. Janusz inventa una historia para salir y aún otra para ausentarse toda la noche. La cara incrédula de su mujer nos vuelve a decir que hay algo del matrimonio que no funciona. 
Y a partir de esta mentira una auténtica odisea o peor aun, un auténtico descenso al infierno de una gran ciudad una vigilia de Navidad (Decía un profesor mío que si alguien quería conocer algo parecido al infierno, que recorriera las calles del centro de Buenos Aires la noche de Navidad). 
La presencia en un hospital que les hace ver el cuerpo mutilado de un accidentado, la violación de las leyes del tránsito y la posterior persecución policial, el juego suicida contra el tranvía (donde aparece el Testigo Silencioso que sin inmutarse los mira), la tentación en la casa de ella, el choque contra el árbol de navidad que lastima a él y daña el auto, la visita al centro de alcohólicos, donde un guardia tortura con agua helada a los presos, y finalmente la estación vacía. 
En medio Janusz y Eva tienen filosos diálogos. Ella por momentos lo humilla y le da órdenes. En otros momentos se humilla y parece tentarlo. Él parece no creer la historia del marido. Y sin embargo, tampoco quiere dejarla. En el correr del relato sabemos que fueron amantes y que una llamada anónima puso en aviso al cónyuge de ella que los descubrió e hizo terminar la relación.
En la estación ella se confiesa. Ha dicho muchas mentiras esa noche, pero todas en función de una. Su marido no ha desaparecido porque la abandonó hace tres años cuando supo que ellos dos eran amantes y ha formado una nueva familia. ¿Por que hizo entonces todo eso? No podía pasar esa noche de Navidad sola y se juró que si no lograba permanecer junto a Janusz se suicidaría. 
Janusz y Eva vuelven a Stowki, donde Eva dejó el auto. Cuando se separan se saludan haciendo el guiño con las luces del auto. Los dos parecen en paz. 
Janusz regresa a su casa y allí encuentra a su mujer que sabe que su marido le ha mentido. Janusz. Confiesa que ha estado con Eva pero a la pregunta de su mujer de que si ahora de nuevo comenzaría a faltar todas las noches, Janusz le dice "No. No. No lo haré". 
El planteamiento con respecto a la ley del decálogo es similar al capítulo II. Janusz santifica de alguna manera aun mintiendo porque con esa mentira suya y aceptando la mentira de Eva logra salvar una vida. El otro punto moral que plantea el film (en paralelo también a II) es cual es la verdadera casa de este Jano que se debate entre el bien y el mal.
Sin embargo todo esto no parece ser lo esencial. Una vez más Kieslowski logra insinuar mucho más de lo que dice. En este caso, Janusz ha logrado recomponer su vida aceptando el perdón de su mujer. Un perdón que por otra parte parece ser infinito. Al final no hay ningún reproche. Simplemente la enunciación de un hecho y a eso la respuesta del marido es un "No, no lo haré más". 
En cambio Eva es alguien que no ha podido recibir el perdón. Esa situación ha transformado su vida o más bien la ha dejado empantanada, sin salida, llevándola a su propia autodestrucción, con los diversos "intentos" de suicidio y tratando de lastimar (física y moralmente) a quienes son cercanos a ella. 
Por último dos palabras sobre la presencia del Testigo Silencioso. Varios autores se han referido a su presencia como la de un ángel (Imparato, Baugh) que con su mirada intensa, sin miedo y sin pánico guía a los dos personajes. Él no frena, ni hace sonar la alarma. Es como si tuviese toda la situación bajo control. Dos pequeños detalles casi imperceptibles parecieran justificar esta conclusión. La primera es el plano desde el cual se ve al auto escapar del choque con el tren. Es un plano subjetivo desde la cabina del conductor (para que se entienda es como si nosotros viéramos lo que el conductor ve). La segunda es la misma imagen del Testigo Silencioso iluminado por los faros del auto haciéndole parecer un espíritu o una persona transfigurada. ¿Demasiado forzado? Quizás si, pero atención a un detalle: Kieslowski al describir la escena en el guión utiliza los mismos términos.  

martes, 15 de abril de 2014

Decálogo II

Toda la transparencia mostrada por Kieslowski en I se transforma en II en ambigüedad, uno de los capítulos del Decálogo más dificil de interpretar. La historia se centra en las vidas hasta cierto punto paralelas de Dorota ("el regalo de los dioses en griego", los nombres en Kieslowski nunca son al azar) y un vecino y médico del cual no sabemos el nombre. Los dos personajes viven en el mismo edificio del barrio de Stowki. 
El médico vive solo (ha perdido toda su familia en un bombardeo durante la guerra), en un modesto departamento (Kieslowski se esmera en mostrarnos las dificultades finales del régimen comunista), afrontando su propia muerte (la imagen de dolor en la bañera) y a la vez tratando de conservar la vida (la del cactus, la de los peces, la del pájaro).
Dorota vive varios pisos más arriba, en un departamento más moderno y más cómodo (pero Kieslowski hace notar que ninguno tiene agua caliente, así que las dificultades eran para todos). Parece estar angustiada y en tensión. Fuma un cigarrillo tras otro mirando por la ventana. Destruye con notable tenacidad todas las hojas de una frondosa planta (y no un cactus) que posee en su casa. No responde al teléfono. No habla con nadie. 
Los primeros veinte minutos los dos personajes juegan al gato y al ratón. Dorota persigue al médico (incluso con el auto!) porque dice tener un problema. Por fin aparece el dilema moral.
Ella ha siempre deseado tener un hijo y ahora por fin esta embarazada, pero de su amante. El marido está gravemente enfermo y es su médico-vecino quien lo atiende. Necesita saber si su marido vivirá o no porque si muere tendrá al niño, pero si este se cura lo abortará.

Dorota exige del médico una respuesta apelando a la rigurosidad científica de la medicina. El anciano médico se niega a dar una respuesta conclusiva, su experiencia le dice que los pronósticos no son más que eso. Pero la mujer no se da por vencida y sube la apuesta. Para no dejarlo tranquilo en su conciencia le revela sus planes. Si él no contesta ella tiene que abortar para continuar con su marido. El médico gana tiempo pero al saber que el aborto es cuestión de horas le revela que su marido tiene pocas posibilidades por lo avanzado de su enfermedad. Dorota le pide que lo jure. Y el médico lo hace.
La escena anterior es particularmente ambigua. El médico mira por el microscopio las muestras del marido de Dorota. Ante la mirada del Testigo silencioso, que aquí hace las veces de enfermero, el colaborador del médico le dice que no hay duda de que progresa. Pero ¿que cosa progresa? ¿el enfermo o la enfermedad?
El Testigo silencioso aparecerá una segunda vez. Dorota está sentada mirando a su marido pero sin poder comunicarse con él (que parece estar inconsciente y a veces tener alucinaciones). Allí tiene que decidir si lo deja o no. De hecho la mujer parece esperar siempre una decisión de otro, ya sea del mismo médico o de la muerte. Ante la mirada del Testigo, Dorota declara su amor. Elige la fidelidad. Y allí una de las imágenes más famosas del Decálogo. Una abeja que atrapada en la melaza de unas frutas que Dorota le había llevado al marido, lucha por sobrevivir y escapa de la muerte. 
Y entonces, dos finales. El primero es el de Dorota que mientras toca el violín en la filarmónica sonríe y se muestra relajada por primera vez en toda la película (¿Sonríe al médico que la había pedido entradas para oírla?). 
El segundo final es el del marido que como Lázaro vuelve de la muerte (la imagen de él entrando por una puerta iluminada ha llevado al paralelo con la resurrección evangélica a varios críticos). Agradece lo que el médico ha hecho por él y le cuenta que con su mujer esta esperando un hijo. 
- Sabe lo que significa un hijo, le dice.
- Si lo se. - responde el médico que todavía recuerda a los que él perdió.

Kieslowski elabora en este film, a mi entender bastante complejo, distintas temáticas. La primera y más inmediata es la ambigüedad de la ley. ¿Es lícito jurar en falso, invocando el nombre de Dios, para salvar una vida inocente? 
El segundo tema es el de la vida y la muerte. Dorota plantea el problema como un juego de suma cero. La vida de uno, implica necesariamente la muerte del otro. El médico (y sobre todo Kieslowski) desmonta esta premisa. La sensación que el director logra crear es que la muerte de uno lleva necesariamente a la muerte del otro. Si Dorota hubiera abortado su marido habría muerto.
El tercer tema es el de la responsabilidad. Nadie puede elegir por nosotros. La figura misma del Testigo que observa, sin decir una palabra obliga a la propia decisión como único camino para la propia conciencia. 

P.D.: Interesante es la reflexión que hace Zaffaroni, miembro de la Corte Suprema Argentina, en la presentación que hizo de este capítulo del decálogo para la TV. Dice el juez que "con la violación del mandato el médico salva dos vidas".  Lástima que no lo tenga así de claro cuando debe juzgar con respecto al aborto...

viernes, 11 de abril de 2014

Decálogo I

Decía Kieslowski que los films que más le habían costado de Decálogo, eran los tres primeros. El esfuerzo valió la pena. El primero, de hecho, es uno de los más logrados.
El film tiene tres inicios que señalan momentos distintos de la narración. La primera imagen es la del lago que se está congelando. En su orilla, el Testigo Silencioso (arropado como ¿un vagabundo? ¿un pastor?) mira al espectador y se seca una lágrima. Quedara allí todo el film como un vigilante (o un ángel custodio). El segundo inicio es el de la tía que caminado por la calle ve en una televisión a su sobrino filmado en la escuela. Y también llora. El tercer comienzo es el de la narración principal y se inserta en el medio de los otros dos.
Krzysztof y Pawel (Padre e hijo) viven en uno de los departamentos de Stowki. Se muestran compañeros y alegres. Se ejercitan juntos, juegan juntos. Pawel es un niño abierto, que se comunica con sus compañeros, que se admira de la naturaleza, inteligente y curioso. Krzysztof es profesor (de filosofía? de lingüistica?) en la universidad. Uno y otro tienen pasión por la ciencia y el progreso científico (Ilustrado con el beso que Pawel le da al cerebro del padre después de haber resuelto unos cálculos). Confían a una computadora la solución de todo problema posible de la vida. En la Universidad, el padre exalta las posibilidades de la ciencia como un cientificista del 1800. 
Pawel una mañana sale a comprar leche (la leche es otro elemento fundamental en el Decálogo, especialmente relevante en VI). Al volver parece entristecido. Ha visto a un perro vagabundo, que siempre estaba triste y tenía hambre, muerto y le pregunta al padre el porqué de la muerte y se pregunta si ahora no estará en un lugar mejor. El diálogo es magistral. El padre explica la mecánica de la muerte pero no puede explicar el porqué. Con la sinceridad y la brutalidad de un niño Pawel plantea de que sirve la ciencia si no puede explicar la muerte. "Y el alma" pregunta Pawel. "No existe el alma" responde el padre.
El tercer personaje, preanunciado antes porque este si cree en el alma, es el de la hermana de Krzysztof, Irina (Este es un esquema que se repite en el decálogo. Tres personajes principales más uno ausente. En este caso, el ausente es la madre de Pawel). Así como Krzysztof cree en la ciencia, Irina cree en Dios (bueno, por supuesto, no exactamente de la misma manera). Se presenta como las respuestas que el padre de Pawel no puede dar e incluso más complicadas. No lo hace a partir de la lógica, sino con su propia vida. Ella si sabe para que se vive y en una escena muy delicada, con un abrazo, le muestra la presencia de Dios. El momento se corona con las campanas de fondo de una Iglesia.
Esa misma noche después de que Irina le comunica a Krzysztof que ha inscripto a Pawel en catequesis,  algo a lo que el padre no se opone, la computadora se enciende sola y escribe: "I'm ready". 
Es Navidad, y Krzysztof le regala a su hijo uno patines de nieve. Los va a probar sobre el lago congelado, pero primero deben medir si este va a soportar el peso. Meticulosamente ingresan los datos, y la computadora responde. Soporta más de 200 Kg. El padre vuelve a probar para asegurarse que no ha fallado, y a la noche sale a examinarlo in situ. En la oscuridad se encuentra con el Testigo Silencioso que se calienta con una fogata. Y retrocede. Al volver pasa por una Iglesia en construcción y ve a la gente esperando en la puerta.
Al otro día, el frasco de tinta del escritorio de Krzysztof se rompe manchando todos sus cálculos. Es un hecho inesperado. También la inquietante presencia de una niña que pregunta por Pawel diciendo que lo busca la mamá. En la calle se escuchan sirenas. La madre de un compañero de Pawel le dice a Krzysztof que no encuentra a su hijo y que se rompió el hielo del lago. El padre contesta que eso es imposible y que el mismo la ha comprobado. A partir de ese momento, durante 15 minutos el padre deambula sin querer ir al lago. La imagen es muy lograda. Krzysztof pasea en la oscuridad y se aleja de la luz. Parece no querer aceptar que sus cálculos han fallado. Finalmente se acerca al lago donde una multitud espera el rescate. Del agua congelada salen dos cuerpos sin vida. Falta Pawel. También falta el Testigo Silencioso. El director nos lo recuerda cuando el padre mira la fogata apagada. 
En su casa Krzyzstof, mientras llora, sigue en la oscuridad, hasta que es iluminado por la luz de la computadora. En la pantalla aparece: "I'm ready".
Krzysztof va hasta la Iglesia en construcción que sirvió de fondo a todo el capítulo. Kieslowski cambió aquí lo que tenía planeado. Se imaginó una iglesia llena, en una noche de Navidad, donde el padre se iba a confesar. En lugar de eso, la escena final ve al padre entrar en esta Iglesia vacía. Cerca del altar esta la imagen de la Virgen de Czestochowa, que en Navidad pasea por las parroquias polacas. Krzysztof tira abajo el precario altar haciendo que la cera de una vela dibuje una lágrima en el rostro del Virgen. Kieslowski comenta este acto de rebelión diciendo "En la rebelión terminamos por reconocer que alguno existe, aunque si no creíamos que existiera. La rebelión es una manifestación de la fe que en palabras es negada. Es claro que Krszysztof esta en rebelión a Dios". 
El padre llora.  De algo que parece ser una pila bautismal saca un trozo de hielo y se dibuja en la frente algo que parece ser una cruz.

miércoles, 9 de abril de 2014

El Testigo Silencioso

En la entrada anterior hablamos del hecho de que en el Decálogo todas las historias intentan contar una historia. La unidad es manifestada de diferentes maneras, pero sin ninguna duda la más interesante es la del llamado "Testigo silencioso". 
El personaje, interpretado por el actor Artur Barcis, abre el Decálogo rompiendo con su mirada intensa la llamada cuarta pared y metiendo al espectador dentro del relato. El testigo aparece directamente en 8 de los capítulos (1 al 6, 8 y 9). En el octavo aparece solo indirectamente, y en el décimo no aparece. 
Diversos críticos han hecho notar la cualidad enigmática del personaje y de sus apariciones. El Testigo, en palabras de Emanuela Imperato, es una figura siempre igual y siempre distinta. Alto, flaco, pálido, rubio, él entra y sale de la escena lentamente, deliberadamente, en silencio, sin pronunciar una palabra. Pareciera moverse libremente, sin límites de espacio y de tiempo. En I es un pastor o un "sin techo", en II es un médico, en III conduce un tren, en IV es un piragüista, etc. En algunos films su presencia es notada por los demás personajes, en otros se mueve sin ser visto, como si su naturaleza trascendiera el cuerpo. 
Lo que más llama la atención de su aspecto es el rostro diáfano, la intensidad y la solemnidad de su expresión y su mirada aguda e impenetrable. Para algunos, sin duda el Testigo refleja una sustancia más espiritual que material. 
Kieslowski, con su típica ironía, una vez dijo "Esta este tipo que pasea en todos los films. No se quién es. Será uno que llega y mira". Dicho por un director que meticulosamente calcula todos los detalles, la afirmación no es del todo creíble. Otra vez, hablando más seriamente dijo "El no tiene ninguna influencia sobre la acción, pero guía a los personajes a reflexionar sobre aquello que están haciendo. Su mirada intensa los induce a cuestionar sus acciones".
El mismo Artur Barcis considera a su personaje como "Cristo que podría aparecer en cualquier momento", algo en lo que concuerdan entre otros el filósofo esloveno Slavoj Zizek. el crítico de arte Vincent Amiel o el jesuita Lloyd Baugh. 
Siguiendo esta interpretación se podría ver en el Testigo Silencioso elementos esenciales de la divina Providencia, mostrando como Dios se mueve en modo salvífico en la vida de los hombres, por un lado respetando absolutamente la libertad humana y por el otro soportando él mismo el peso de las decisiones, algo que se refleja en la canoa que levanta en IV, las valijas de VI, o la bicicleta de IX. 
Su presencia (como la Gracia) no implica el final del esfuerzo humano necesario para el bien actuar y la salvación. Si tratamos de imaginarnos que sucederá a los personajes después de la "visita" del Testigo, nos damos cuenta que solo es el comienzo de un camino, pero sabiendo que como dice el salmista: 

porque hiciste del Señor tu refugio
y pusiste como defensa al Altísimo
No te alcanzará ningún mal,
ninguna plaga se acercará a tu carpa, 
porque el te encomendó a sus ángeles
para que te cuiden en todos tus caminos. 

domingo, 6 de abril de 2014

El Decálogo de Kieslowski

Krzysztof Kieslowski era un ilustre desconocido fuera de Polonia hasta 1988 cuando recibió el Premio del Festival de Cannes por "No mataras" (o "Breve film sobre el asesinato", tal sería su traducción desde el polaco).
Había nacido en Varsovia el 27 de junio de 1941. En 1957 es aceptado en la escuela cinematográfica de Lodz. Desde 1966 realiza, por el período de más de 10 años unos 30 documentales. Para él será una experiencia importante. Decía el director "A mi me parece que el documental es una forma de arte superior al film de ficción. Pienso que la vida es más inteligente y crea situaciones más interesantes de aquellas que puedo inventar yo solo".
Hacía la mitad de los años 70 tiene que dejar los documentales (el más famoso retrataba la situación de la salud pública en Polonia durante el comunismo), al sentir en forma cada vez más fuerte la presión de la censura. Realiza entonces varios films de ficción, no exentos de crítica, de los cuales el más importante es "El azar", una interesante y original historia que muestra los caprichos de la casualidad (y no solo) en las tres variantes de la vida de un jóven.
Hasta que llega el Decálogo. Varias veces preguntaron a Kieslowski sobre el origen de esta obra. El director siempre dijo que ni él, ni Krzysztof Piesiewicz, el co-guionista, eran católicos practicantes, "pero eso no significa que no tengan nada que ver con Dios".
En 1982 Piesiewicz, viendo un antigua pintura gótica en el Museo de Varsovia que representaba los diez mandamientos, tuvo la idea de realizar 10 films inspirados cada uno en el Decálogo.
La idea fue llevada a la televisión polaca que en medio de la grave crisis final del comunismo la rechazo, ofreciendo, en cambio, el dinero para dos películas de 90 minutos. Con ese dinero Kieslowski filmó las versiones para cine de Decálogo 5 (No matarás) y Decálogo 6 (Una película de amor). El éxito que el primero de los films tuvo en Cannes permitió al director polaco financiar toda la obra.
La idea que tenían Kieslowski y Piesiewicz era la de tomar los mandamientos en el doble perfil de ley moral-espiritual y a su vez reflejo de la verdad última del hombre. Decía Kieslowski, "La vida es mucho más complicada de cuanto nos quieren hacer creer los curas: ninguno pone en discusión estas reglas, pero estoy convencido, que a veces es necesario transgredirlas, y de todas formas, esto ocurre todos los días". El Decálogo de Kieslowski no es y no quiere ser una catequesis o una lección moral, sino ilustraciones del sentido de la ley o demostraciones de su validez.
Las diez historias son capítulos de una misma historia. Siendo todas heterogéneas, mantienen una unidad por la duración de cada capítulo, el lugar en el que los hechos transcurren (el gris monoblock de  Stowki en Varsovia), el tiempo histórico (últimos años del régimen comunista), el estilo narrativo, los personajes (el personaje principal de un capítulo se transforma en secundario de otro o el llamado "testigo silencioso" del que hablaremos a parte), etc.
La realidad del hombre revive en el cine de Kieslowski, mezclando la crónica con otras dimensiones. "Filmo la metafísica" afirma el autor. No es solo la valencia simbólica de la imagen o el potencial que tiene para hacer volar la imaginación. Se trata de "otra cosa, de una realidad que no se puede entender, que no se puede sistematizar en un orden lógico, de la cual en sustancia no resulta nada, pero que constituye una experiencia exaltante. Es verdaderamente bello. ¿Son signos del más allá? No lo sé, pero se que existen en la vida de todos los días y yo trato de filmarlos".

viernes, 21 de febrero de 2014

Jesús y los doctores de la ley


Ahora que Kasper, como un fantasma (disculpen el chiste fácil pero era inevitable), ha reaparecido para plantear muy sutilmente que debemos adoptar la posición de la Iglesia ortodoxa con respecto al divorcio, sabiendo también que en la actual situación de la Iglesia Católica el efecto se asemejaría mucho más a la situación de los protestantes que al de nuestros hermanos orientales, vale la pena volver a reflexionar sobre la enseñanza evangélica. 
Y para hacerlo vamos a seguir no a un ultramontano de la escuela romana de inicios del siglo XX, sino al biblísta John P. Meier, máximo exponente actual del método histórico - crítico. En el cuarto tomo de su obra magna Un judío marginal el autor trata del del tema de la ley y Cristo, y para iniciarlo se ocupa del tema del divorcio en el Nuevo Testamento. ¿Por que? Porqué en palabras de Meier en ningún otro punto Jesús se alejó tanto de las enseñanzas comunes de su tiempo. 
"La práctica del divorcio no era exclusiva o específica del antiguo Israel. El divorcio era un fenómeno ampliamente difuso en todo el Cercano Oriente y en el mundo mediterraneo, como es igual de difuso en el mundo moderno. Entonces como hoy las divergencias entre un pueblo y otro eran las normas precisas que lo regulaban."
El estudio de Meier es más que exhaustivo, y por supuesto, nosotros no podemos trasmitirlo en su totalidad (por otra parte sería de poco interés) por lo tanto pasamos rapidamente a la conclusión más importante para el autor.
"Al final, la principal conclusión de este capítulo, es que Jesús prohibió absolutamente el divorcio y estigmatizó como adulterio el divorcio seguido de un segundo matrimonio. (...) Como pudo el Jesús observante de la Ley afirmar que un hermano suyo hebreo que sigue puntillosamente la Ley divorciándose y volviéndose a casar comete un pecado contra uno de los mandamientos del Decálogo?
Y se responde provisoriamente Meier
 "Debemos tener presente el retrato del Jesús histórico que emerge hasta aquí en Un judío marginal. Lejos de verse a si mismo simplemente como otro maestro entre tantos, Jesús se presentó concientemente a los otros hebreos como el profeta escatológico, cumpliendo la misión de Elias, esto es comenzar a reunir a Israel en el tiempo final. (...) En este contexto muy impregnado de "escatología futura y ya realizada", el profeta escatológico llamado Jesús puede haber inculcado como ya vinculantes ciertos tipos de comportamiento que señalaban, como todo su ministerio, al período final de la plena restauración de Israel como pueblo santo de Dios."
Por supuesto, Meier quiere hacer un relato histórico imposible. Ya Ratzinger señaló en su Jesús de Nazareth los aciertos pero también los límtes de la obra del biblista americano. De todas formas no está de más tenerlo en cuenta. ¿O vamos a usar el método histórico - crítico solo cuando nos conviene?


miércoles, 12 de febrero de 2014

Like a Rolling Stone

Muchos encantadores de serpientes viven una existencia errante, visitando ciudades y pueblos en los días de mercado y en las fiestas. Por un lado, el encantador normalmente se encuentra fuera del rango de posible mordedura, aunque su animal es lento y reacio a atacar de todos modos. Medios más drásticos de protección incluyen la eliminación de los colmillos de la criatura o glándulas de veneno, o incluso coser la boca de la serpiente. (Fuente: Wikipedia).

Un amigo, extranjero, con varios doctorados en importantes universidades del mundo, experto en temas curiales, pero que conoce a Francisco desde hace menos de un año, me comentaba hace pocos días una columna escrita por un periodista estadounidense a raíz de la tapa que la "Rolling Stone" le dedicó al Pontífice hoy reinante. 
Lo que más sorprendía al periodista, y también a mi amigo, era la diferente visión que habían en los medios con respecto al actual Papa y a su predecesor. 
Repitiendo al periodista, mi amigo decía, "Benedicto XVI casi nunca hacía una crítica pública a alguien y si la hacía era tan sutil que  a veces pasaba inadvertida. Y los medio decían de el que era el Panzerkardinalen, el garante de la ortodoxia con mano de hierro, un hombre frío y distante, etc. En cambio Francisco no para de tratar a unas de solteronas, a otros de pepinillos en vinagre, a otros de fundamentalistas, a otros de corruptos y sin embargo todos hablan del Papa de la ternura, de la misericordia, de la dulzura..."
Otro amigo, español, que estaba escuchando la conversación, sin levantar los ojos del plato lleno de sopa que tenía delante dijo "Pues claro, hombre, eso se lo dice a los curas, a las monjas...y a esos los medios de comunicación y la gente decía lo mismo antes que llegara el papa".

Aunque parezca increible, mi amigo bi-doctorado, no se había dado cuenta.
Así de poderosos son los encantadores de serpientes.