La
Virgen me invita a cantar el misterio que yo contemplo con admiración.
Hijo de Dios, dame tu don admirable, haz que temple mi lira, y que
consiga detallar la imagen completamente bella de la Madre bien amada.
La
Virgen María da al mundo a su Hijo quedando virgen, amamanta al que
alimenta a las naciones, y en su casto regazo sostiene al que mantiene
el universo. Ella es Virgen y es Madre, ¿qué no es?
Santa
de cuerpo, completamente hermosa de alma, pura de espíritu, sincera de
inteligencia, perfecta de sentimientos, casta, fiel, pura de corazón,
leal, posee todas las virtudes.
Que
en María se alegre toda la estirpe de las vírgenes, pues una de entre
ellas ha alumbrado al que sostiene toda la creación, al que ha liberado
al género humano que gemía en la esclavitud.
Que
en María se alegre el anciano Adán, herido por la serpiente. María da a
Adán una descendencia que le permite aplastar a la serpiente maldita, y
le sana de su herida mortal.
Que
los sacerdotes se alegren en la Virgen bendita. Ella ha dado al mundo
el Sacerdote Eterno que es al mismo tiempo Víctima. Él ha puesto fin a
los antiguos sacrificios, habiéndose hecho la Víctima que apacigua al
Padre.
Que
en María se alegren todos los profetas. En Ella se han cumplido sus
visiones, se han realizado sus profecías, se han confirmado sus
oráculos.
Que
en María se gocen todos los patriarcas. Así como Ella ha recibido la
bendición que les fue prometida, así Ella les ha hecho perfectos en su
Hijo. Por Él los profetas, justos y sacerdotes, se han encontrado
purificados.
En
lugar del fruto amargo cogido por Eva del árbol fatal, María ha dado a
los hombres un fruto lleno de dulzura. Y he aquí que el mundo entero se
deleita por el fruto de María.
El
árbol de la vida, oculto en medio del Paraíso, ha surgido en María y ha
extendido su sombra sobre el universo, ha esparcido sus frutos, tanto
sobre los pueblos más lejanos como sobre los más próximos.
María
ha tejido un vestido de gloria y lo ha dado a nuestro primer padre. Él
había escondido su desnudez entre los árboles, y es ahora vestido de
pudor, de virtud y de belleza. Al que su esposa había derribado, su Hija
le alza; sostenido por Ella, se endereza como un héroe.
Eva
y la serpiente habían cavado una trampa, y Adán había caído en ella;
María y su real Hijo se han inclinado y le han sacado del abismo.
La
vid virginal ha dado un racimo, cuyo suave jugo devuelve la alegría a
los afligidos. Eva y Adán en su angustia han gustado el vino de la vida,
y han hallado completo consuelo.
San Efrén el Sirio
Estupendo texto, gracias por colgarlo en esta entrada.
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