A partir del comentario del amigo Ludovicus en la última entrada de The Wanderer recordé un texto de George Orwell, que había leído hace tiempo y que me interesaba recuperar. Cosas de la libre asociación. Aquí lo dejo porque puede ser de utilidad en los tiempos que corren.
Macbeth: un comentario
17 de octubre, 1943
Macbeth es probablemente la más perfecta de las
obras de Shakespeare. Con esto quiero decir que, en mi opinión, se
combinan en ella las cualidades de Shakespeare como poeta y dramaturgo
más felizmente que en ninguna otra obra. Sobre todo hacia el final, está
llena de poesía de la máxima calidad, pero además es una obra
construida a la perfección, y de hecho seguiría siendo buena aun si se
la tradujera muy torpemente a otro idioma. No quiero hablar aquí sobre
la versificación de Macbeth. En pocos minutos más, podrán escuchar
ustedes la representación de algunos pasajes. Simplemente me interesa
Macbeth como tragedia, así que será mejor que haga un breve resumen
argumental.
Macbeth es un noble escocés del Medioevo temprano.
Cierto día, al regresar de una batalla en la que se ha distinguido
particularmente y ha conquistado el favor del rey, se encuentra con tres
brujas que le profetizan que él será rey. Otras dos profecías hechas
por las brujas se cumplen casi de inmediato, por lo que resulta
inevitable que Macbeth se pregunte cómo es que habrá de cumplirse la
tercera profecía, dado que el rey, Duncan, está vivo y tiene dos hijos.
Es obvio que casi desde que oye la profecía contempla la posibilidad de
asesinar a Duncan, y si bien al principio vacila en hacerlo, su esposa,
cuya voluntad parece ser más fuerte, lo convence. Macbeth asesina a
Duncan, ingeniándoselas para que la sospecha recaiga sobre los dos
hijos. Éstos huyen del país, y como Macbeth es el heredero directo,
asciende al trono. Pero este primer crimen inexorablemente conduce a una
cadena de crímenes, culminando en la zozobra y la muerte de Macbeth.
Las brujas le han anunciado que aunque él llegará a rey, ningún hijo
suyo lo sucederá en el trono, el cual quedará en manos de los
descendientes de su amigo Banquo. Macbeth hace matar a Banquo, pero el
hijo de éste escapa. También le han advertido que se cuide de Macduff,
el Thane de Fife , y Macbeth sabe en forma vagamente consciente que es
Macduff quien finalmente acabará con él. Intenta hacer matar a Macduff,
pero una vez más, Macduff escapa, si bien su esposa y su familia son
asesinadas de forma particularmente atroz. Una inevitable cadena de
circunstancias lleva a que Macbeth, que comenzara como un hombre
valiente y de ninguna manera malvado, termine siendo la típica figura
del tirano aterrorizado, odiado y temido por todos, rodeado de espías,
asesinos y psicofantes, que vive en permanente temor a la traición y la
rebelión. De hecho, es una especie de primitiva versión medieval del
moderno dictador fascista. Su situación lo obliga a ser cada vez más
cruel a medida que pasa el tiempo. Mientras que al principio es Macbeth
quien flaquea ante el asesinato y Lady Macbeth se burla de su debilidad,
al final es Macbeth el que masacra mujeres y niños sin inmutarse y Lady
Macbeth quien pierde la cordura y muere parcialmente demente. Y no
obstante y he aquí el mayor logro psicológico de la obraB, Macbeth es
siempre fácil de reconocer como la misma persona, que usa siempre el
mismo tipo de lenguaje; no es una maldad congénita lo que lo impulsa a
cometer un crimen tras otro, sino algo que le parece ser una necesidad
insoslayable. Al cabo estalla la rebelión, y Macduff y el hijo de
Duncan, Malcolm, invaden Escocia al frente de un ejército inglés. Las
brujas han hecho otra profecía, que aparentemente le promete inmunidad a
Macbeth. Cómo es que se consuma ese anuncio, y cómo es que acaba con la
muerte de Macbeth sin verse desmentido, habrán de escucharlo ustedes en
el fragmento que a continuación será representado. Finalmente lo mata
Macduff, como Macbeth siempre supo que sucedería. Cuando ve con claridad
el sentido pleno de la profecía, renuncia a toda esperanza y muere
luchando por mero instinto de guerrero que debe morir de pie y sin
entregarse.
En todas las grandes tragedias de Shakespeare el
tema posee alguna reconocible conexión con la vida cotidiana. En Antonio
y Cleopatra , por ejemplo, el tema es el poder que una mujer sin
dignidad puede ejercer sobre un hombre valiente y dotado. En Hamle t, es
el divorcio entre la inteligencia y la habilidad práctica. En Rey Lear
es un tema bastante más sutil: la dificultad de distinguir entre
generosidad y debilidad. Esto vuelve a aparecer más crudamente en Timon
de Atenas . En Macbeth , el tema es sencillamente la ambición. Y aunque
todas las tragedias de Shakespeare se pueden traducir en términos de la
vida moderna y cotidiana, la historia de Macbeth me parece la más
cercana a nuestra experiencia habitual. De forma relativamente
inofensiva y a menor escala, todos hemos hecho alguna vez algo bastante
similar a Macbeth, y con consecuencias equiparables. Si cabe decirlo,
Macbeth es la historia de Hitler o Napoleón. Pero también es la historia
de cualquier empleado bancario que falsifica un cheque, cualquier
oficial de policía que acepta un soborno, cualquier ser humano que de
hecho se aprovecha de alguna ventaja desleal para sentirse un poco más
arriba y más adelante de los demás. Se basa en la ilusoria creencia
humana de que una acción puede ser aislada, de que uno puede decirse a
sí mismo Acometeré este único crimen, que me llevará hasta donde quiero
llegar, y luego seré una persona respetable. Pero en la práctica, como
lo descubre Macbeth, un crimen deriva de otro, aun sin que aumente la
propia maldad. Su primer asesinato es para ascender de posición; los que
siguen, incluso peores, son para defenderla. A diferencia de la mayoría
de las tragedias shakespeareanas, Macbeth se asemeja a las tragedias
griegas en cuanto se puede predecir su final. En general, uno ya sabe
desde el comienzo qué es lo que va a pasar. Esto hace que el último acto
sea más conmovedor todavía, pero sigo pensando que el principal
atractivo de la historia es su carácter de lugar común. Hamlet es la
tragedia de un hombre que no sabe cometer un crimen; Macbeth es la
tragedia de un hombre que sí sabe. Y si bien casi ninguno de nosotros en
realidad comete crímenes, el dilema de Macbeth está más cerca de
nuestra vida diaria.
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