lunes, 2 de febrero de 2015

La Tradición según San Atanasio

"La nuestra es la recta fe, porque tiene su origen (ορμωμεωη) en la enseñanza apostólica y en la tradición de los Padres y porque encuentra su confirmación (Βεβαιουμενη) en el Nuevo y Antiguo Testamento". Con estas palabras el obispo Atanasio de Alejandria (ep. Adelph. 6) describe la concepción patrísitca de la fe. La fe cristiana posee lineamientos claramente reconocibles. La valoración de la fe, que consiste en establecer que doctrina o concepción es tenida por verdadera o falsa, llega en el verdadero sentido de la palabra a través de la reflexión, a través de una retrospección, a través de una consideración de los orígenes. ¿Aquello que es creído y que es enseñado como objeto de fe puede ser rastreado en la predicación de los apóstoles trasmitida por los Padres y ser confirmado por el testimonio de la Escritura? ¿O acaso deriva de otras fuentes o es quizás solo un "fundamento de nuestro pensamiento" (Basil. ep. 140, 2), por lo cual lo puede reivindicar solo una autoridad humana? 
Atanasio, distinguiendo entre origen y confirmación de la recta fe, atribuyéndole la primera a la tradición viva y la segunda al testimonio de la Escritura, había expreso con tal diferenciación en forma muy precisa la concepción de la época patrística relativa a la relación entre la Escritura y la Tradición. Para los Padres de la Iglesia, la fuente primera y fundamental del conocimiento de la verdad de la fe era la Tradición proveniente de los apóstoles y trasmitida en la Iglesia. Los documentos bíblicos, que eran la puesta por escrito de tal Tradición, servían para comprobar todavía una vez en una forma distinta aquellas verdades que ya estaban antes presentes en la conciencia de fe de la Iglesia. 

M. Fiedrowicz, Teologia dei Padri, 43.

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