martes, 28 de junio de 2011

El monumento y la ruina

Viendo el video de Le Barroux me preguntaba como una sociedad fuertemente laica como la francesa puede llevar en sus entrañas un nucleo de resistencia tan genuinamente católico. Y extendiendo ese pensamiento al resto de Europa, notamos que no es solo Le Barroux. Es en España, Toledo. Es en Italia, Génova. De Inglaterra hay algunos amigos blogueros que saben más que nosotros. En el norte de Europa es donde se encuentra más escondido. Resiste en pequeños pueblos y en familias tradicionales. 
Y no nos referimos solo al apecto clerical. En algunos lugares subsiste una cierta cultura católica. Pienso en Juan Manuel de Prada, en John Finnis, en Roberto de Mattei, etc.
No discuto sobre gustos o preferencias. De una forma u otra estos grupos o personas se definen a si mismas como cristianas y sin necesidad de manifestarse contra otros. 
Europa, más allá del laicismo y de las leyes contra natura, sigue teniendo una reserva donde vive la tradición que producen otras vías distintas de las del mundo Se puede decir que es minoritaria, que su influencia es menor, casi nula, pero de alguna manera son lugares donde el cristianismo sigue vivo en lo elemental. 
En cambio, en nuestros paises latinoamericanos, la presencia de la Iglesia, algunas veces decisiva en lo social, no parece generar ese nucleo de resistencia que tenga, aunque sea limitada, importancia. real en la cultura del lugar. 
Y es que aqui falta la simplicidad de la fe vivida día tras día durante miles de años. Esa tradición que no necesita definirse ante (o contra) algo porque se define en si misma. 
La falta de una tradición genuina genera, en su lugar, formas de tradición forzadas. A veces, incluso, bizarras. 
Es el carlismo sin don Carlos, el tradicionalismo más cercano a Palmar de Troya que  a Fontgombault o el maurrasianismo sin acción. 
Fueron necesarios más de mil años para generar una civilización cristiana.  Nosotros solo tuvimos doscientos cincuenta. Si en Europa fue como una río que nutrió toda la tierra, para nosotros fue una simple llovizna que solo humedeció la superficie. La cultura viva que tratamos de trasplantar ya estaba en estado de descomposición y, dependientes al fin, solo supimos copiar formas externas que tenían más que ver con la moda que con la realidad. Aún hoy sabemos mejor lo que somos a partir de aquello a lo que nos oponemos. Y exageramos tanto lo secundario que perdemos de vista lo esencial.
Claro que este es solo el diagnóstico. Tendríamos que ponernos a pensar en soluciones. 

1 comentario:

  1. En general estoy de acuerdo. Pero, creo que no podemos generalizar. Comentando esto con un amigo salteño, me dijo que yo nunca había estado en "la Linda" para la celebración del Señor y la Virgen del Milagro. Me mandó algunas fotos y creo que tiene razón.

    Y así como ésas, hay celebraciones tradicionales en La Rioja, junto al Famatina, donde aún se pasean los niños alcaldes de familias indígenas tradicionales.

    ResponderBorrar