¿Y cual es el rol sacerdotal del iconógrafo y, por lo tanto, de todos los cristianos a propósito de la materia? Un sacerdote es una persona que ofrece. Para ser exactos, ofrece a Dios no solo el talento donado, inmutable y sin interés, sino que ofrece la cosa transformada por su obrar. En la Eucaristía no ofrecemos uva y grano, sino pan y vino. Ofrecemos la "materia prima" donada por Dios, pero transformada por la cultura humana. Dios, a su vez, transforma esta oferta por medio de la "cultura divina" y volviéndola, en la Eucaristía, el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Los iconos no son un sacramento porque no son sagradas en virtud de una bendición sacerdotal (Hay una pía tradición de bendición de los iconos pero no es esto lo que los hace sagrados). Los iconos siguen siendo madera y pintura, pero son sagrados en virtud del hecho que llevan la imagen y el nombre del santo prototypo. No obstante esto, hay un paralelismo entre el proceso de oferta sacerdotal y la pintura de iconógrafo. Un sacerdote representa al pueblo delante de Dios, y aquello que él ofrece lo hace en nombre de todos. De la misma forma un icono representa a todos los aspectos de la creación material. El iconógrafo toma los pigmentos del reino mineral (tierra, piedras semipreciosas), madera, para el panel, del reino vegetal y huevo, para unir los pigmentos, del reino animal. El icono entonces se vuelve un microcosmos, una oferta de toda la creación, cuya obra representa la llamada sacerdotal de toda persona.
De este modo, el icono no es solo una manifestación del cielo sobre la tierra, una ventana o una puerta por medio de la cual los santos puedan revelarse a nosotros, sino que también son una oferta del hombre a Dios, una oración sacerdotal bajo la forma de imágenes más que de palabras. Como la oración son sonidos transformados en palabras del espíritu y de la inteligencia del hombre, así los iconos son objetos materiales transformados en forma y ritmo en una expresión de amor y de adoración.
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