jueves, 15 de marzo de 2012

La inflación de la obediencia (II) by G. Cottier.





¿Cómo se llega a tales posiciones? Me parece que aquí confluyen dos factores.
El primero tiene que ver con la espiritualidad. Hablando en términos espirituales y existenciales, es verdad que existe una afinidad entre la obediencia religiosa, por la cual, haciendo mía la voluntad del superior, yo renuncio a mi voluntad, y la caridad teologal gracias a la cual la voluntad creada se une a la voluntad de Dios amado por si mismo y más que cualquier otra cosa. El error consiste en el hacer de un principio de vida espiritual una teoría en el plano del saber teológico, ya que dicho saber debe considerar la esencia de las cosas. Por otra parte, tal teoría se desarrolló en una dirección demasiado humana. Hubo una cierta pereza por parte de los que deben detentar la autoridad doctrinal. Ya que es más fácil dar directivas que iluminar los espíritus.
El segundo factor es de orden filosófico. La creciente influencia de las escuelas voluntaristas y nominalistas no es  extraña a la sobrevalorización de la obediencia. Descartes pensaba que la esencia de la verdad y el bien dependia de la omnipotencia de Dios y que Él habría podido hacer que "hubieran montañas sin valles o que uno más dos no fuese igual a tres" (Lettre a Arnaud, 29-07-1648). Así, la verdad que nosotros conocemos no nos hace conocer a la Verdad y a la Sabiduría primera, sino a la Libertad divina. Al querer empujar al extremo las consecuencias de estas ideas, no se ve que cosa de nuestro espíritu podría corresponder a la Libertad divina, fundamento de toda verdad, sino la obediencia, una obediencia necesariamente ciega.
Y los conflictos de la mente creada se reducirían así a un único conflicto: aquel de la afirmación de la propia libertad, que puede llegar hasta el ateismo o la sumisión fideistica a la Libertad divina. En este punto no se sabe donde situar ni las exigencias propias de la verdad,  ni la vocación propiamente cognitiva de la inteligencia. 
Queda el hecho de que, rigurosamente hablando, la grandeza de la obediencia se comprende en la línea del "gobierno", no en aquella del magisterio de la verdad. Confundir los dos registros significaría abrir la puerta al reino de la arbitrariedad intelectual. (George Cottier, Le vie della ragione. Temi di epistemologia teologica e filosofica, 2002, 192.) 

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