sábado, 17 de diciembre de 2022

O Adonai



2-La Antífona del 18 de diciembre

Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley, ven a liberarnos con el poder de tu brazo.

O Adonai, dux domus Israel, qui Moysi in igne flammae rubi apparisti, et in Sina legem dedisti: veni ad redimendum nos in brachio extento.

Sorprende la invocación Adonai al inicio de este antífona. Adonai es una palabra hebrea que significa Señor. Se introdujo en la lectura de la Biblia hebrea en el siglo III a.C. para sustituir la palabra Yahvé, la cual estaba prohibido pronunciar por una interpretación del segundo mandamiento. Aparece en la Vulgata dos veces: Ex 6, 2 y Jdt 16, 13. 

En Ex 6, 2 el Señor explica a Moisés que no ha revelado su nombre a los patriarcas: la hará por primera vez a Él.

Si la primera antífona tomaba algunos libros sapienciales para explicar la creación del universo relatada en el Génesis, en esta segunda antífona se ilustra la salvación operada por Dios en el Éxodo. 

La expresión "Pastor de la casa de Israel" recuerda la salida de Egipto y el modo en el cual Dios se manifestó, primero a Moisés, en la zarza ardiente y después a todo su pueblo, por medio de la Ley dada en el Sinaí. 

Por último, se invoca la presencia del Señor haciendo memoria del cruce del mar Rojo y del canto que entonaron los israelitas: "Extendiste tu mano y los trago la tierra. Guías con fidelidad al pueblo que has rescatado y lo conduces con tu poder hacia tu santa morada" (Ex 15, 12-13). 

Nos debemos preguntar por que motivo el autor relate aquí lo que sucede en el Éxodo. Esta segunda antífona ¿habla de Cristo?

Si, porque de hecho, antes de San Agustín, la tradición cristiana atribuía a la segunda persona de la Santísima Trinidad la revelación del Antiguo Testamento (ej. Clemente de Alejandría, El pedagogo, 2, 8, 75). La razón era que esta revelación era hecha por medio de la palabra, es decir mediante el Verbo de Dios.

Se traza así un segundo paralelo entre las manifestaciones de Dios en el Antiguo Testamento, que llevaron a la liberación de Israel y al ingreso en la Tierra Prometida, y la manifestación de Cristo a partir de su nacimiento, que nos libera del pecado y nos lleva a la salvación.



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