miércoles, 21 de diciembre de 2022

O Rex Gentium


6-La antífona del 22 de diciembre


Oh Rey de las naciones y deseado de los pueblos, piedra angular de la Iglesia que haces de dos pueblos uno solo, ven y salva al hombre que formaste del barro de la tierra.

O Rex Gentium, et desideratus earum, lapisque angularis, qui facis utraque unum: veni, et salva hominem, quem de limo formasti.

El doble título de Rey de las naciones y deseado de los pueblos, alude a dos textos proféticos. El primero se lee en el libro de Jeremías: “¿Quién no sentirá temor de ti, Rey de las naciones? Si, eso es lo que te corresponde, porque entre todos los sabios de las naciones y en todos sus reinos, no hay nadie como tú” (Jer 10, 7). Ese título es citado en el Apocalipsis, cuando los mártires entonan el Canto del Cordero: "Grandes y admirables son tus obras, Señor, Dios todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los pueblos. ¿Quién dejará de temerte, Señor, quién no alabará tu Nombre? Solo tú eres santo, y todas las naciones vendrán a adorarte, porque se ha manifestado la justicia de tus actos (Ap 15, 3).
El segundo se refiere al profeta Ageo: “Dentro de poco tiempo, yo haré estremecer el cielo y la tierra, el mar y el suelo firme. Haré estremecer todas las naciones y vendrá el deseado de todas las naciones y llenaré de gloria esta Casa, dice el Señor de los Ejércitos” (Ag 2, 6-7).
Estos títulos son iluminados por las palabras de San Pablo a los Efesios: “Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo” (Ef 2, 20), y se relacionan también con las palabras de Isaías: “Por eso, así habla el Señor: Miren que yo pongo una piedra en Sión, una piedra a toda prueba, una piedra angular, escogida, bien cimentada: el que tenga fe, no vacilará” (Is 28, 16). Después la antífona se refiere a Ef 2, 14-15: “Porque Cristo es nuestra paz: él ha unido a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba, y aboliendo en su propia carne la Ley con sus mandamientos y prescripciones. Así creó con los dos pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz”.
En la antífona, entonces, se debe entender que Cristo es la piedra angular que une pacíficamente judíos y paganos en una sola comunidad, que es la Iglesia.
Salva al hombre que formaste del barro de la tierra”. Esta oración, que concluye la antífona, es tomada de la narración de la creación del hombre que se encuentra en el Génesis. La idea de que sea Cristo quien haya plasmado al hombre ya fue elaborada por Clemente de Alejandría (El Pedagogo, I, 98, 2): “A mi me parece que fue él quien plasmo al hombre con barro, que lo regeneró con el agua y lo hizo crecer con el Espíritu”. También San Ireneo explicaba en en Contra las Herejías (V, 28, 4): “El hombre fue plasmado por las manos de Dios, es decir por el Hijo y por el Espíritu Santo, y fue hecho a imagen y semejanza de Dios”. 
De esta manera, la antífona refuerza la idea de que todos los hombres, paganos y judíos, fueron creados de la misma arcilla y que la salvación operada por Cristo tiene una extensión universal. También contrapone la debilidad de la naturaleza humana creada con barro y la fortaleza de la gracia, que es la piedra sobre la que se construye la Iglesia.

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