martes, 20 de diciembre de 2022

O Oriens

 


5-La antífona del 21 de diciembre

Oh Sol que naces de lo alto, resplandor de la luz eterna, sol de justicia, ven a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte.

O Oriens, splendor lucis aeternae, et sol justitiae: veni, et illumina sedentes in tenebris, et umbra mortis.

Hay un fuerte contraste entre el final de la cuarta antífona, que pide la liberación de aquellos que están en las tinieblas y el tema repetido de la luz al inicio de la quinta. La unión entre las dos antífonas también esta dada porque las dos terminan con la misma invocación.
No podemos olvidar que el 21 de diciembre es el día del solsticio de invierno en el hemisferio norte, es decir que desde aquel día la luz solar comienza a aumentar.
La invocación propone tres títulos de Cristo sobre la base de textos del Antiguo Testamento:
En Zc 6, 12: “Tú le dirás: Así habla el Señor de los ejércitos: Aquí hay un hombre llamado “Sol que surge” (Germen): allí donde esté, algo va a surgir y él reconstruirá el Templo del Señor. El reconstruirá el Templo del Señor, llevará las insignias reales, se sentará y dominará en su trono”. El término ya había sido utilizado por el profeta Jeremías para indicar un futuro descendiente justo de David: “Llegarán los días -oráculo del Señor- en que suscitaré para David un germen justo; él reinará como rey y será prudente, practicará la justicia y el derecho en el país” (Jer 23, 5).
El eco de este sentido se encuentra en el canto de Zacarías, el padre de Juan Bautista, cuando dice: “Y tu niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados; gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del sol que nace, para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombre de la muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz" (Lc 1, 76-79).
El segundo título, “esplendor de la luz eterna” es uno de los atributos de la Sabiduría: “Ella es el resplandor de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios y una imagen de su bondad” (Sab 7, 26). La luz eterna es aquella del Omnipotente, y la Sabiduría es su esplendor. Así lo interpretaba Orígenes en su libro De Principii.
El tercer título, “sol de justicia", proviene del profeta Malaquías: “Pero para ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el sol de justicia, que trae salud en sus rayos” (Mal 3, 20). Esta profecía anuncia el Día del Señor. La expresión no se encuentra en ningún otro lado de la Biblia pero se hizo común en algunos escritos del siglo III atribuidos a Cipriano de Cartago.
Toda la antífona también refleja la idea de iluminar que alude a la profecía mayor de Isaías: “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz (…) Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: “Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz”. Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y sostendrá por el derecho y la justicia desde ahora y para siempre” (Is 9, 1.5-6).
Con la quinta antífona comienza una nueva prospectiva. El título que se atribuye a Cristo solo se entiende a partir del Nuevo Testamento. La luz que nace al amanecer anuncia la próxima llegada del Mesías.

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