O Oriens

- 5-La
antífona del 21 de diciembre
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Oh Sol que
naces de lo alto, resplandor de la luz eterna, sol de justicia, ven
a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte.
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O
Oriens, splendor lucis aeternae, et sol justitiae: veni, et illumina
sedentes in tenebris, et umbra mortis.
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Hay un fuerte
contraste entre el final de la cuarta antífona, que pide la
liberación de aquellos que están en las tinieblas y el tema
repetido de la luz al inicio de la quinta. La unión entre las dos
antífonas también esta dada porque las dos terminan con la misma invocación.
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No podemos olvidar
que el 21 de diciembre es el día del solsticio de invierno en el
hemisferio norte, es decir que desde aquel día la luz solar
comienza a aumentar.
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La invocación
propone tres títulos de Cristo sobre la base de textos del Antiguo
Testamento:
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En Zc 6, 12: “Tú
le dirás: Así habla el Señor de los ejércitos: Aquí hay un
hombre llamado “Sol que surge” (Germen): allí donde esté, algo
va a surgir y él reconstruirá el Templo del Señor. El
reconstruirá el Templo del Señor, llevará las insignias reales,
se sentará y dominará en su trono”. El término ya había sido
utilizado por el profeta Jeremías para indicar un futuro
descendiente justo de David: “Llegarán los días -oráculo del
Señor- en que suscitaré para David un germen justo; él reinará
como rey y será prudente, practicará la justicia y el derecho en
el país” (Jer 23, 5).
- El eco de este sentido se encuentra en el
canto de Zacarías, el padre de Juan Bautista, cuando dice: “Y tu niño, serás
llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor
preparando sus caminos, para hacer conocer a su pueblo la salvación
mediante el perdón de los pecados; gracias a la misericordiosa
ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del sol
que nace, para iluminar a los que están en las tinieblas y en la
sombre de la muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz" (Lc 1, 76-79).
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El segundo título,
“esplendor de la luz eterna” es uno de los atributos de la
Sabiduría: “Ella es el resplandor de la luz eterna, un espejo sin
mancha de la actividad de Dios y una imagen de su bondad” (Sab 7,
26). La luz eterna es aquella del Omnipotente, y la Sabiduría es su esplendor. Así lo interpretaba Orígenes en su libro De
Principii.
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El tercer título,
“sol de justicia", proviene del profeta Malaquías: “Pero para
ustedes, los que temen mi Nombre, brillará el sol de justicia, que
trae salud en sus rayos” (Mal 3, 20). Esta profecía anuncia el Día
del Señor. La expresión no se encuentra en ningún otro lado de la
Biblia pero se hizo común en algunos escritos del siglo III
atribuidos a Cipriano de Cartago.
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Toda la antífona
también refleja la idea de iluminar que alude a la profecía mayor
de Isaías: “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una
gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha
brillado una luz (…) Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha
sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por
nombre: “Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre,
Príncipe de la paz”. Su soberanía será grande, y habrá una paz
sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá
y sostendrá por el derecho y la justicia desde ahora y para
siempre” (Is 9, 1.5-6).
- Con la quinta antífona comienza una nueva prospectiva. El título que se atribuye a Cristo solo se entiende a partir del Nuevo Testamento. La luz que nace al amanecer anuncia la próxima llegada del Mesías.
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