lunes, 19 de diciembre de 2022

O Radix Jesse



3-La antífona del 19 de diciembre

Oh Raíz del tronco de Jesé, que te alzas como un signo para los pueblos ante quien los reyes enmudecen y cuyo auxilio imploran las naciones, ven a liberarnos, no tardes más.

O Radix Jesse, qui stas in signum populorum, super quem continebunt reges os suum, quem Gentes deprecabuntur: veni ad liberandum nos, jam noli tardare.
Después de Moisés y el Éxodo se pasa ahora al mensaje de los profetas, especialmente a aquel de Isaías. De hecho la mayor parte de esta antífona toma Isaías 11, 10: “Aquel día, la raíz de Jesé se erigirá como emblema para los pueblos: las naciones las buscarán y la gloria será su morada”.
Ciertamente el texto del profeta se refiere al Mesías davídico. Ya el apóstol Pablo había visto que en Cristo se cumplía la promesa anunciada por Isaías: "Y el profeta Isaías dice a su vez: Aparecerá el brote de Jesé, el que se alzará para gobernar las naciones paganas: y todos los pueblos pondrán en él su esperanza" (Rm 15, 12).
Hay que notar que esta profecía se inserta al centro de otra, que proviene de Isaías 52, 15: El Siervo sufriente, el cual, después de su pasión que lo había vuelto irreconocible, será exaltado y elevado mucho; entonces las naciones, que estaban asombradas por su aspecto ignominioso, se maravillaran por él y los reyes cerraran la boca: “Si, mi Servidor triunfará: será exaltado y elevado a una altura muy grande. Así como muchos quedaron horrorizados a causa de él, porque estaba tan desfigurado que su aspecto no era el de un hombre, y su apariencia no era más la de un ser humano, así también él asombrará a muchas naciones, y ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán algo que nunca habían oído” (Is 52, 13-15).
Entonces, de alguna manera, la antífona toma la esperanza davídica, pero sobreentiende el misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo.
Además, como en las dos profecías de Isaías, la antífona parte del descendiente de Jesé, esperanza de Israel, para alargar el horizonte a los pueblos, a los reyes de la tierra, a las naciones. Estamos aquí en la prospectiva de salvación para toda la humanidad. El cristianismo es consciente de su vocación universal.
En cuanto a la frase que concluye la estrofa se trata de una referencia segura a una profecía de Habacuc. El profeta espera como un centinela el oráculo del Señor; cuando este interviene, anuncia a Habacuc que la visión prometida se realizará, aunque debe esperar. Dice Habacuc 2, 1-4: “Me pondré en mi puesto de guardia y me apostaré sobre el muro; vigilaré para ver que me dice el Señor, y qué responde a mi reproche. El Señor me respondió y dijo: Escribe la visión, grábala sobre una tablas para que se la pueda leer de corrido. Porque la visión aguarda el momento fijado, ansía llegar a término y no fallará; si parece que se demora, espérala, porque vendrá seguramente, y no tardará. El que no tiene el alma recta sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad”.
Este texto es muy querido a los autores del Nuevo Testamento y de hecho es citado textualmente dos veces como signo de la constancia cristiana:  Heb 10, 37-38 y 2 Pt 3, 9.
La tercera antífona entonces traza un nuevo paralelo entre las dos profecías de Isaías: la del rey davídico esperado y el Siervo sufriente que expiará los pecados de todos los hombres.

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