Un simple y bello texto de Santo Tomás, comentando una parte de la carta de San Pablo a los Filipenses. en su argumentación para defender la vida religiosa de aquellos que la criticaban.
12 No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús.13 Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que estádelante, 14 prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. 15 Así que todos los que somos perfectos, tengamos esta misma actitud; y si en algo tenéis una actitud distinta, eso también os lo revelará Dios (Fil 3,12-15)
De estas palabras se sigue claramente que, si bien la perfección de los bienaventurados no nos es posible en esta vida, debemos, sin embargo, vivir con la aspiración de que, en la medida de lo posible, alcancemos alguna semejanza de aquella perfección posible, a la cual somos invitados por medio de los consejos evangélicos.
Es un hecho manifiesto que el corazón humano se dirige tanto mas intensamente a lo sumo cuanto mas apartado esta de aquello en que hay muchas cosas. Por consiguiente, el espíritu del hombre es llevado a amar a Dios con tanta mayor perfección cuanto mas separado esta del apego a las cosas temporales. Ahora bien, todos los consejos por los que somos invitados a la perfección se orientan a esto: a que el espíritu del hombre se aparte del apego a las cosas temporales para que, de este modo, la mente tienda con mayor libertad hacia Dios, por la contemplación, el amor y el cumplimiento de su voluntad. (Sobre la perfección de la vida espiritual, Cap.7.)
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