martes, 8 de noviembre de 2011

La Ley y la Gracia


Hace algunos días, un amigo había ido a escuchar la predicación de un sacerdote de uno de los llamados nuevos movimientos. Le pregunté que le había parecido, y él, que vale decir que tiene una formación clásica me dijo -"Me gustó mucho, sobre todo porque puso el acento sobre la gracia y no sobre la ley". Me puse a pensar como podía ser eso, siendo que el movimiento es conocido por la atención que ponen en lo moral. 
También el protestantismo por un lado habla de la salvación sin las obras, pero por el otro basaba gran parte de la práctica religiosa en lo moral. Y en realidad creo que hay un pricipio de la teología protestante que ha penetrado profundamente en la teología católica y, en especial, en la formación de la mayoria de los nuevo movimientos eclesiales. Esto es ver la gracia como algo externo a la naturaleza, que la sana sin generar ningún cambio en ella. 
Ciertamente el discurso no es tan simple. Mucho influye la transformación de la espiritualidad en la segunda mitad del siglo XX. El discurso parece haberse alejado de la mística, como si esta fuera para un grupo selecto de monjes locos y monjas histéricas. Otros, en cambio, han puesto tanto el acento sobre la doctrina que han ahogado toda inquietud espiritual. 
Para empeorar las cosas, los divulgadores espirituales de la última época (Grün, Merton, Nowen), han impulsado una espiritualidad "desde abajo", que no es otra cosa que reconocer la imposibilidad de que nuestra naturaleza caida sea trasnformada. 
No es entonces extraño que se de esta dialéctica entre un actuar moral infinito y la necesidad de dar un discurso en el cual Dios nos salva sin transformarnos. 
Necesitamos recuperar la tradición que (como ya denunciaba R.Garrigou-Lagrange) no disocia el actuar ascético del místico, porque caminar hacia el fin es ya participar de alguna manera de él, como punto de partida para una verdadera reforma espiritual, teológica y moral. 

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