martes, 20 de abril de 2021

Decálogo VII



La séptima entrega del Decálogo de Krzysztof Kieslowski comienza con los gritos de una niña que resuenan en el cemento del barrio de Stowki. La niña se llama Ana y vive en uno de los edificios junto con su hermana Majka, su madre Eva, y su padre Stefan.

Ana parece tener frecuentes pesadillas y es común que durante esos sueños grite sin despertarse. Su hermana no logra calmarla. Solo se tranquiliza cuando su madre la despabila

Majka parece una joven triste. La relación con su madre es tormentosa, mientras que su padre es una persona ausente, que se dedica a su trabajo como músico porque no soporta a su avasallante esposa.

Quizás por eso, Majka está pensando en irse de su casa. Tramita el pasaporte para viajar a Canadá y piensa que Ana podría acompañarla, pero para poder hacerlo necesita una autorización de su madre.



Una tarde, después de una obra de teatro, Majka se lleva a Ana con la excusa de jugarle una broma a su mamá. La niña sospecha que algo no va bien y le pregunta si la está raptando, a lo que Majka le contesta que no.

En una calesita le cuenta algo que ya imaginábamos, Majka es en realidad la madre de Ana. La niña, que no se muestra sorprendida, le pregunta si eso quiere decir que no tiene padre. A lo que Majka responde: “Por supuesto que tienes un padre”.

Mientras tanto, Eva llega a su casa llorando. Le dice a su marido que ha desaparecido Ana y se tira en la cama. Lo que ha sucedido la inquieta, pero no la sorprende. Tampoco a su marido.

Majka lleva a Ana a conocer a su padre, llamado Wojtek, que vive en una casa de madera, alejado de la ciudad. Wojtek no está contento de ver ni a Majka ni a la niña. Hace tiempo fue profesor de literatura de Majka. Pero ahora hace osos de peluche y ha dejado de escribir.

De a poco, tanto en una casa como en la otra, comienzan a aparecer los reproches. Eva le dice a su marido que Majka fue su preferida, pero que Ana era toda de ella y que la tiene que recuperar. Wojtek le dice a Majka que no se puede volver el tiempo atrás, que ella no había defendido la relación que tenían cuando se enteraron sus padres. “No puedes ahora robarte a la niña” le dice Wojtek. Y Majka contesta: “Acaso es robar recuperar lo que es mío”.

En ese punto se ve la profundidad de Kieslowski y Piesewicz para plantear el problema. Ante el mandamiento “No robar” ellos no se han quedado en lo material. El rapto de Ana por parte de Majka es la parte superficial del problema. La pregunta es que pasa cuando se roba algo que no se puede recuperar. En este caso la infancia de la niña y la maternidad de Majka. El film expone bien los límites de un amor posesivo, que busca la satisfacción propia y no el bien de la persona amada y las destructivas consecuencias que esto genera en una familia

De hecho Majka es una persona sin identidad. No logra hacer que Ana la llame mamá y que la vea como su verdadera madre. Anulada en su propio ser solo puede lastimar a Eva. Para castigarla le dice que si quiere volver a ver a la niña debe asumir que es la abuela. Le da dos horas para que lo piense. Mientras habla en el teléfono, la sombra del Testigo Silencioso aparece atrás.

Eva le pide a su marido que use las influencias que tienen en el Estado para recuperar a la niña. Stefan le dice que ya desde hace tiempo, por culpa de ella, no habla con los amigos que tenía. Pero igual obedece y le pide ayuda a un jerarca del gobierno. Este le explica que lo único a su alcance es bloquear el pasaporte de Majka. Ironías kieslowskianas: Stefan que no se preocupa por la suerte de su hija se preocupa de haber despertado a los hijos de su amigo.

Majka vuelve a llamar a su madre para ver que ha decidido. Esta le ofrece que pueda ver a la niña los fines de semana, pero el resto del tiempo vivirá con ellos. Como en tantos divorcios, la niña es un botín de guerra.

Finalmente Majka entiende que nada puede hacer. Le cuenta a Wojtek que la niña grita por la noche y que no la puede calmar. Wojtek todavía dolido, ve en toda la situación un problema de que tiene que escapar. Como Stefan, también él es un hombre sin carácter. Le ofrece a Majka pedirle a un amigo que la lleva de nuevo a Varsovia, y cuando va a buscarlo Majka y Ana se vuelven a escapar.

La idea de Majka es tomar el primer tren que pase por la estación para que no la puedan alcanzar, pero es domingo y los trenes no salen hasta tarde. La empleada del tren le da unas mantas para que duerman en la estación.

Mientras tanto Wojtek ha llamado a Eva y le ha dicho que su hija y su nieta han estado con él, pero que ahora se han escapado y no las encuentra. Unos y otros organizan la búsqueda. Wojtek ve uno de sus osos de peluche cerca del río. Pero en lugar de seguir la buscado termina internándose en el agua.

Eva y Stefan llegan a la estación. Allí preguntan si han visto una mujer y una niña. Ana al escuchar la voz de Eva se despierta y va a abrazarla llamándola: “¡Mamá!”. Majka, sin decir una palabra, sale corriendo y sube al primer tren que ve. Eva no la detiene, prefiere tener entre los brazos a la niña. La tensa música de Preisner que nos ha acompañado toda la película, vuelve a sonar. Las miradas se encuentran. La de Majka dese arriba del tren. Las de Stefan, Eva y Ana desde el andén. Ana logra zafarse de los brazos de su abuela y corre por el andén siguiendo el tren donde se va su madre. Abre la boca y hace una mueca, pero no grita.


En el fondo de la estación se ve un hombre alto y flaco, probablemente el Testigo Silencioso, que lentamente camina con dos muletas. Renguea como toda la historia, una de las más tristes de todo el Decálogo.

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