martes, 13 de abril de 2021

Lectura espiritual

Fragmento del tímpano de la Iglesia abacial de Saint Foy en Conques, s.XII

Entonces que nuestra mente este siempre con Él, no se aleje nunca de su templo que es su palabra. Que esté siempre en la lectura de la Escritura, en la meditación, en la oración, para que su palabra, que es eterna, actue en nosotros. Y como cada día, yendo a la Iglesia o dedicados a la oración en casa, iniciamos en Él y terminamos en Él, de la misma manera este tiempo de nuestra vida inicie en Él y termine en Él. De hecho como es salvación ser iniciados en la fe en Dios desde el principio de la vida, también así es necesaria la perseverancia. Además, la diligencia corresponde a una mente excelente, para que dedicándose a la palabra de Dios, nada haga de irracional y por eso se insinúe la tristeza, para que consciente de la bondad de sus acciones, conserve siempre la alegría de la buena conciencia. Justamente, aquello que es bueno no viene acompañado ni de temor ni de tristeza, sino que está lleno de seguridad y de gracia; es un bien del justo ser agradable a Dios, en cambio ningún necio es agradable. Por eso Isaías dice que cuando llega el bien: "se va el dolor, la tristeza y el lamento". También Juan en el Apocalipsis dice: "Dios mismo estará con ellos y secará toda lágrima de sus ojos y no existirá más la muerte, ni el luto, ni el clamor, ni el dolor". De hecho en la resurrección de los justos, la alegría y la justicia duraran para siempre desde el momento en que el bien comenzará a estar con los santos, cuando estos reposarán en el seno de Abraham, dentro de su tienda que está plantada entre la palabra de Dios y la gracia, para significar que la inocencia de los fieles da gracias a su Autor, porque ellos no tienen de que arrepentirse por haber estado en este mundo. 

San Ambrosio, Abraham, II, 22. 

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