martes, 13 de abril de 2021

Lectura espiritual


A ella responde el Verbo de Dios: "Si tú no te conoces, oh tú que eres bella entre todas las mujeres". Tú te lamentas de haber sido abandonada, pero si no te conoces, si no te arrepientes de tus caídas, si no demuestras el empeño de tu devoción, si no aumenta tú fe y su sinceridad, tu lamento no servirá de nada. 

Conócete a ti mismo y a la belleza de tu naturaleza y sal con los pies libres de lazos. Así son aquellos que son elegidos por el Señor para anunciar el Reino de los Cielos. Así fue Moisés al cual se le dijo: "Desata las sandalias de tus pies", para que cuando debía llamar al pueblo de Dios, dejara antes los deseos carnales y procediera con un espíritu desnudo. 

Esto significan las palabras de la Escritura: "Sal y sigue las huellas del rebaño y lleva a pastar a tus cabritos junto a las chozas de los pastores". Reina sobre si con poder real todo hombre que refrena los deseos desordenados y los reduce a esclavitud. Por este motivo fue dicho: "El reino de Dios está dentro de ustedes". 

¡Que bellas son estas palabras dichas al alma!: ¡Sal! Quiere decir sal de la esclavitud, sal del dominio y del imperio del mal. Sal para obtener el reino de tu poder. 

Y por eso dice la Escritura: "Alimenta tus cabritos, gobierna a aquellos que están a tu izquierda, que si no fueran guiados caerían fácilmente". Frena la soberbia, domina los volubles cambios del ánimo, nútrelos no en tiendas corpóreas sino en las tiendas de los pastores que saben como gobernar al rebaño. En ellas el alma, que se encuentra en estado de guerra, se ejercita y trata de descubrir los asaltos de los enemigos, y con la fatiga de la virtud busca la victoria. 

Esta es el alma de virtud profética y apostólica porque se cuenta en el rebaño de aquellos que con la fecundidad de la predicación llenaron el mundo. Por eso es alabada. Porque ella, gracias a los preceptos celestes que la iluminan es ya atrayente, es ya bella, manifiesta en el rostro la noble belleza de la pureza y levanta en alto el collar que lleva en el cuello, donde están las piedras preciosas de la paciencia y de la humildad. 

San Ambrosio, Isaac, 4, 15-17.

Ciclo de Rebeca, Duomo di Monreale, s.XI.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario